MADRID 15 Dic. (OTR/PRESS) -
Con la Iglesia has topado, Sánchez. Una entrevista del presidente de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Luis Argüello, muestra sin sombra de duda que también el poder religioso católico, que indudablemente sigue teniendo una fuerza moral en nuestro país, se ha colocado frente a un Gobierno en el que los casos de corrupción, los de abusos sexuales y la inepcia de quienes tendrían, desde dentro, que manejar esta macro crisis se han dado cita para hacer tambalear al Ejecutivo del cuarto poder económico de la Unión Europea. Y, encima, a Sánchez aún le quedan, esta misma semana, algunos otros golpes que afrontar.
"Con la Iglesia hemos dado, Sancho", dice Cervantes en El Quijote, en una frase que luego se transformó en 'Con la Iglesia hemos topado' con sentido y ánimo diferente al que su autor le dio. Pero el caso es que, con este 'con la Iglesia hemos topado', se ha querido, durante al menos los dos últimos siglos, simbolizar la fuerza del entramado religioso católico en los asuntos mundanos del Estado. Y el aldabonazo de monseñor Argüello en 'La Vanguardia', abandonando ambigüedades y circunloquios, es de órdago: dice, uniendo su voz a otras muchas que no son clericales, que las únicas salidas para la actual situación económica son la convocatoria ya de elecciones, o la moción de censura o que el presidente se someta a la cuestión de confianza.
Ninguna de las tres opciones será, presumiblemente, admitida por Pedro Sánchez en sus comparecencias de este lunes (la moción de censura, en todo caso, no depende de él) ante los medios, aunque nadie sabe muy bien por dónde saldrá el acosado y agobiado presidente tras su fin de semana de meditaciones.
A Sánchez, la verdad, se le acumulan las malas noticias, y las declaraciones de Argüello, abriendo en público un nuevo frente de hostilidad contra el Gobierno y su entramado, no son la peor nueva que el inquilino de La Moncloa podría recibir: quedan muchas declaraciones e investigaciones pendientes sobre las tramas de corrupción, algunos casos de abusos sexuales en sedes socialistas aún por salía a la luz (aseguran) y, por si fuese poco, el Gobierno y el PSOE se enfrentan a una serie de elecciones autonómicas de las que van a salir, presumiblemente, 'descalabrados'. La primera, Extremadura, este domingo, con un pésimo candidato socialista y una horrible campaña, dominada por el procesamiento del candidato, al que Sánchez ha tenido que ir a potenciar en las peores condiciones en mítines surrealistas. Luego vendrán Aragón, donde el empuje de Azcón barrerá, presumiblemente, a Pilar Alegría, y Castilla y León, y Andalucía, y...
Ya son muchos los que afirman que lo único que Sánchez no puede hacer es no hacer nada, y que debe hacer algo 'gordo' rápido. Creo que podríamos estar en vísperas de anuncios importantes, que vayan más allá del rechazo presidencial a hacer una verdadera crisis de Gobierno, o a someterse a la cuestión de confianza o, menos aún, disolver las Cámaras y convocar elecciones anticipadas. Sánchez se ha hecho fuerte en La Moncloa, aseguran viajeros a la sede presidencial, rechaza entrar a valorar lo que están diciendo las portadas de la prensa y se refugia en un núcleo reducido de asesores y ministros. Ya, aseguran, ni en María Jesús Montero, su aplaudidora 'número uno', y 'número dos orgánica', confía tan plenamente como antes.
Este lunes, en su comparecencia ente los medios, el presidente tendrá que sacar de su acreditada chistera algo más que los buenos datos económicos (que, independientemente de otras discusiones, son muy positivos) y las muchas culpas que pesan sobre el Partido Popular. ¿Sacará un conejo, un elefante o un sapo que inmediatamente se tragará, para regocijo de los presentes? Solo él lo sabe, si es que, a estas alturas, lo sabe. De momento, que no cuente con bendiciones papales, aunque el Papa esté preparando, dicen, un viaje a España en este 2026 tremendo, en el que puede pasar, va a pasar, de todo. O casi.