MADRID 30 Mar. (OTR/PRESS) -
Lo voy a decir claramente: no conozco a un solo miembro del Comité Federal del PSOE que no sea partidario -hablando en privado, claro está-- de que el secretario general del partido y presidente del Gobierno central, José Luis Rodríguez Zapatero, anuncie cuanto antes sus planes acerca de su propio futuro político. Y voy a ser más explícito: no he hablado con un solo miembro del comité federal socialista, que se reúne este sábado para hablar del proceso electoral, que no me haya reconocido que lo mejor será que ZP aclare las cosas, porque, de lo contrario, toda la campaña va a girar en torno a si se presenta o no, cuándo lo anunciará y quién será el/la sucesor/a. Iré más allá: no he encontrado a un solo dirigente o incluso responsable medio socialista que no esté convencido de que Zapatero no piensa repetir mandato -es decir, que no se presentará a la reelección en marzo_y de que cumplirá con las duras tareas que le aguardan hasta el último momento de esta Legislatura. Y, para no dejarme nada en el tintero: imposible hallar a un solo socialista que no barrunte algo parecido a un desastre en las dos próximas marchas hacia las urnas.
Puede que, entre los dirigentes socialistas con los que no he hablado a tumba abierta -son bastantes, claro--, haya muchos que tienen tesis contrarias, es decir, que son partidarios de que el presidente-secretario general demore su anuncio, bien hasta después de las elecciones municipales y autonómicas o incluso posteriormente. Pero insisto: yo solamente he conocido opiniones en el sentido al que al inicio me refería.
Por eso mismo, me parecerá increíble que en la tan traída y llevada reunión del máximo órgano del PSOE entre congresos, es decir, el comité federal, no se levanten voces hablando claro y tajante: el retraso de Zapatero en anunciar lo que es evidente está perjudicando severamente los intereses de su partido, que evidencia las costuras de una cierta pelea sucesoria. Si no se escuchan numerosas voces urgiendo al 'jefe' a que se pronuncie de una vez, habrá que concluir que el debate interno en el PSOE está viciado, porque una cosa es lo que se dice fuera del comité federal y otra lo que se dice dentro del cónclave.
Y encontraría igualmente chocante que Zapatero dejase pasar la oportunidad de este sábado para hacer cuando menos un guiño al futuro; sería inconcebible una faena de aliño, del tipo 'si queremos ganar, podremos ganar' o similares. Eso, como decía el clásico, ya no toca; es tarde para esos llamamientos genéricos. Todos esperan más del compañero secretario general-presidente del Gobierno. ¿Le resultaría a alguien extraño, por ejemplo, que Zapatero recordase que una regla de pureza democrática es limitar legalmente el mandato de un presidente a ocho años? ¿O admitir que los estatutos del PSOE recomiendan no traspasar este límite temporal a un secretario general?
Si hace el anuncio de una vez, y sin inquietudes por su futuro político personal, al que habría renunciado, Zapatero se puede dedicar intensamente a pavimentar el futuro sin concesiones a la galería, ponerse por entero al servicio de los españoles sin intereses electoralistas, haciendo lo que tiene que hacer --que ya sabemos que no le gusta_en esta coyuntura dificilísima que le ha tocado vivir. De lo que no estoy seguro es de que Zapatero, máxime ahora que hasta los personajes más importantes de la economía española se han lanzado a dar sus recetas políticas, sea capaz de remontar el vuelo, cortar el nudo gordiano que él mismo había atado y poner en marcha un mecanismo que solo aguarda su voz para arrancar. ¿Hasta cuándo, Zapatero?