Publicado 02/03/2023 08:00

Fernando Jáuregui.- El último 8-M de Irene Montero

MADRID, 2 Mar. (OTR/PRESS) -

Que la aún ministra de Igualdad, Irene Montero, es persona que ha logrado fraccionar incluso un movimiento tan evidentemente justo como el feminismo, es algo plenamente constatable. Que el 8 de marzo, una fecha reivindicativamente tan lógica, se ha convertido en una jornada de confrontación política -lo que en ningún caso debería ser- es ya algo innegable. La absurda controversia interna en el Gobierno sobre una ley tan necesaria como la del 'sí es sí' pesará, qué duda cabe, en las manifestaciones, seguramente separadas y quizá hasta hostiles, que marcarán esa jornada.

El viraje imparable que en usos y costumbres se avizora en la sociedad española -ojo, que no hablo solo, ni principalmente, de un cambio en las siglas hoy gobernantes- me hace pensar que esta va a ser la última ocasión en la que la fiesta del 8 de marzo se celebre bajo estos parámetros de enfrentamiento.

Y que va a ser también la última edición en la que Irene Montero, empeñada en un protagonismo político cada día más insostenible, figure a la cabeza de una de las pancartas. En primer lugar, porque no resulta difícil pronosticar que no va a durar un año en 'su' Ministerio, sea cual sea el resultado de las elecciones generales, ni tampoco se mantendrá al frente de una formación importante en el arco político. En segundo lugar, porque, al final, la ciudadanía acabará situando cada una de las polémicas que atizan los grupos partidarios en su justo lugar: en el del sentido común, que hoy parece tan abandonado.

El feminismo, como la 'ley del sí es sí', como la ley trans, como el aborto, como el propio concepto de igualdad, son cuestiones que no deberían estar sojuzgadas por la ambición política ni por las creencias religiosas. Son cuestiones que hablan de aspiraciones justas, de paliar el sufrimiento de muchos. Y eso no puede quedar al arbitrio de las campañas publicitarias gubernamentales ni del fanatismo, más bien pretendido que real, de algún Ministerio como el que caracteriza al de la señora Montero (doña Irene).

Me parece escandaloso que la reivindicación de un feminismo pleno se quede en una clasificación de 'feminismo de primera', como pretenden desde Igualdad, o 'de segunda', apartado en el que se pretende aislar a las feministas clásicas, socialistas o no, que tanto lucharon por equiparar a la mujer con el hombre en cuanto a derechos de toda índole, sin innecesarias o artificiales confrontaciones de género. Sí, yo sé muy bien a cuál manifestación me uniré, como feminista que me creo y me proclamo, el próximo día 8. Y seguro que en ella no estará doña Irene Montero. Será la última vez que la veamos por allí.

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