Publicado 09/05/2018 08:00

No te va a gustar.- La enorme sangría política española

MADRID, 9 May. (OTR/PRESS) -

Han pasado menos de siete años desde que el PP, con mayoría absoluta y con holgura evidente, ganó las elecciones de diciembre de 2011. Ahora, la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) confirma el patente desencanto del electorado con el partido que gobierna en España. Pero, al tiempo, también deja claro que el PP sigue siendo un partido fuerte, que --aunque cada vez por menos diferencia-- aún lidera el 'ranking' de las formaciones españolas, aunque esté muy claro que Ciudadanos acabará sobrepasando al partido de Rajoy, que anda con un cierto despiste por el velódromo político y pierde terreno de día en día.

Sobre todo, ocurre que el PP está sometido a una sangría que no tiene parangón con ningún otro partido, excepción hecha de la desaparecida Convergencia Democrática de Catalunya, donde la corrupción y los malos hábitos les han llevado hasta donde les han llevado. Entre los 'populares' han caído estrepitosamente muchos exdirigentes valencianos y luego madrileños, hasta llegar al esperpento vivido el pasado 2 de mayo en la Comunidad de Madrid, de cuya Asamblea Cristina Cifuentes se ha autoexcluido, para pasar, como sus antecesores --Gallardón, Aguirre e Ignacio González, cada uno con sus características y lastres propios--, a situarse fuera de la política.

Y sí, hay generaciones enteras de miembros del partido gobernante que ya están, forzosamente, fuera de la política. De hecho, salvo el vicesecretario Javier Arenas y, naturalmente, el propio Rajoy, no hay nombres 'del pasado' descollantes en el puente de mando 'popular'. Y la popularidad del segundo decrece a ojos vista, siempre según el CIS, mientras que Arenas ha pasado a un casi ostracismo en la práctica.

Hay quien, con algunos de estos datos a la vista, predice la desaparición pura y dura del PP en el curso de unos pocos años. Estoy en desacuerdo: muchos más errores tendrán que cometer el presidente y, sobre todo, sus acólitos, para que tal cosa ocurra. La verdad es que el PP sigue siendo el partido con más militantes --envejecidos, eso sí, pero lo mismo le ocurre al PSOE--, con más sedes, con mayor disciplina y reglamentación interna. Cierto que ha habido corrupción sin tasa, y que el próximo paso de estos casos por la 'fase final' de los tribunales no va a favorecer a nada las expectativas electorales del partido de la gaviota --o charrán, o encina, vaya usted a saber--. Pero también es cierto que la corrupción, de momento, pasa solamente una 'cierta' factura a las formaciones. Veremos si se producen más episodios 'chuscos' como el de la señora Cifuentes.

Para sobrevivir, o para no morir, el PP ha de renovarse, cambiar de 'look', rejuvenecerse, ofrecer mensajes que nos hagan pensar que se ocupa de los ciudadanos, de los pensionistas y de los periodistas --ambos, por poner dos ejemplos, se sientes despreciados--, de la sociedad civil. Rajoy tiene que empezar, me parece, por hacer modificaciones en su entorno, en su círculo de hierro, en sus discursos, en su proximidad a la gente, a toda la gente, no solamente a sus aplaudidores. Y empezar, lo hemos dicho muchos muchas veces, a pensar en su propia sucesión, planificándola, ordenándola a medio o hasta a corto plazo. Lleva, al fin y al cabo, cuarenta y dos de sus sesenta y cuatro años subido en un coche oficial.

No me parecería justo que Rajoy apareciese como el enterrador del PP, o como el hombre que lo situó en el tercer lugar de las fuerzas políticas españolas. Porque el PP sigue siendo un partido necesario, que equilibre a los extremistas de derecha similares a los de otros países --y esa tentación empieza a percibirse en España--. Enorme responsabilidad la de un Rajoy que tiene que encauzar el desastre de Cataluña, el enfado de las gentes ante las desigualdades, disimular las torpezas de los suyos y, encima, hacer que su política resulte simpática a una mayoría abrumadora de españoles. No sé si el hecho de que el que es el primer ministro más zarandeado y acaso con mayores problemas de Europa se siga conformando pensando que 'todo va bien' es un buen síntoma, la verdad.

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