Publicado 26/10/2020 08:00

La semana política que empieza.- Lo que puede ocurrir de aquí al 9 de mayo

MADRID, 26 Oct. (OTR/PRESS) -

Seis meses y medio en estado de alarma, como anunció este domingo el presidente del Gobierno, dan para mucho. Resulta impensable que todo vaya a seguir tal y como ahora está hasta el 9 de mayo. Y menos aún cuando la situación en la que vivimos es, Pedro Sánchez dixit, "extrema". Es esta una palabra que, si no estuviésemos ya suficientemente alarmados, serviría para ponernos los pelos de punta. A Sánchez este domingo no le escuchamos ni una autocrítica por lo actuado y, sobre todo, por lo no actuado en las semanas precedentes; tampoco fue más allá de lo convencional --"he hablado con Pablo Casado"-- en lo referente a la necesaria unidad de las fuerzas políticas para combatir la pesadilla. Y casi todo lo que nos vaya a ocurrir en el próximo medio año lo refirió a lo que las Comunidades Autónomas, con las que se reúne este lunes, vayan a decidir en última instancia.

Yo diría que la inseguridad jurídica y sanitaria sigue. Cada autonomía decidirá por su cuenta, aunque espero que este lunes no se empeorará lo difícilmente empeorable: la situación de caos que vivimos, en la que esto parece el ejército de Pancho Villa, en el que cada general actúa como mejor le parece. Tampoco dijo Sánchez si acelerará los instrumentos jurídicos para coordinar más eficazmente la lucha contra la pandemia, que nos va ganando la batalla. Y conste que no digo yo que Sánchez no esté dando esta batalla --no hay más que verle los círculos morados bajo los ojos--: solo digo, y nada menos, que la pelea contra el virus la estamos perdiendo y que, si tenemos que ganarla entre todos, más valdría que el presidente del Gobierno hiciese llamamientos más afectivos a la participación de esos todos en la tarea común de la recuperación en todos los sentidos. Una nueva forma de hacer política.

Y la verdad, aunque desconozco el fondo y la forma de lo hablado este fin de semana entre Sánchez y Casado, y entre Sánchez y los demás líderes políticos, es que estos llamamientos no parecen estarse haciendo ni con la intensidad, ni con la inteligencia, ni con la generosidad necesarias. Ni, desde luego, con la eficacia requerida.

De aquí al 9 de mayo deberían plantarse los cimientos de un reforma en profundidad de las relaciones políticas y administrativas. Una reforma constitucional y legal que atienda a las necesidades reales de un país que no tiene instrumentos suficientes en las leyes para defender al Estado. Un encuentro transversal de las fuerzas políticas que plantee una nueva forma, más generosa y abierta, de entender la democracia. Un tender la mano a la ciudadanía que vaya mucho más allá del 'quédense en casa para vencer al virus'. Y no se puede, claro, hacer frente a esta situación de excepcional gravedad con el mismo Gobierno abrasado con que ahora cuenta Sánchez.

Nada de esto le escuché este domingo al ojeroso y obviamente preocupado --qué menos-- presidente del Gobierno que se asomó a nuestras casas a la hora del almuerzo y que, por cierto, dejó de contestar a algunas de las cuestiones que le plantearon. Pero, claro, Pedro Sánchez hubiese dejado de ser Pedro Sánchez si hubiese actuado de otro modo. Así que seguimos esperando respuestas, muchas respuestas, al margen de esas extrañas ruedas de prensa que le organizan desde Moncloa.

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