Publicado 23/11/2020 08:00

La semana política que empieza.- Sánchez cabalga un tigre llamado UPERDU

MADRID, 23 Nov. (OTR/PRESS) -

Pocos albergan ya dudas de que, con unos u otros, o incluso podría ser, maravilla de maravillas, que con todos, el gran equilibrista Pedro Sánchez hará aprobar 'sus' Presupuestos. Con las enmiendas que sea, habiendo alterado por completo el mapa político de las alianzas, arrasando con casi todo lo establecido a derecha e izquierda. Lo más significativo no será el sesgo, tampoco tan revolucionario la verdad, de las cuentas del Estado; lo que hará historia es cómo se llegó a ellas, a la posibilidad de que Sánchez se haga dueño de la legislatura entera (si quiere) hasta 2023 (o 2024), con unos pactos que convulsionaron España. Tendrá sus consecuencias, claro, profundas, duraderas. Pero eso será más tarde: después de todo, mañana será otro día, como dijo Scarlett O'Hara. O, de momento, si usted quiere, carpe diem.

Me encuentro entre quienes defienden el papel 'mediador' o moderador que ha pretendido jugar Inés Arrimadas con 'su' Ciudadanos. Un papel no siempre bien comprendido, entre otros por el propio fundador de Cs, Albert Rivera, que es uno de los grandes culpables de que hayamos llegado hasta aquí. Pero está siendo un papel me parece que necesario para poner en evidencia, por si preciso fuera, las contradicciones internas en el Gobierno de Pedro Sánchez.

Lo que ocurre es que la cosa ya no puede ir más lejos: sospecho que la 'aventura Arrimadas' está llegando a su fin, entre las tensiones por la reforma educativa increíblemente (mal) pilotada por Isabel Celáa y las presiones llegadas desde la vicepresidencia segunda del Ejecutivo. Es más: pienso que la presencia de Arrimadas como posible apoyo a los Presupuestos ha acelerado la ya gestada 'coalición dentro de la coalición', es decir, el intento de Unidas Podemos, Esquerra Republicana y Bildu (llamémosla, para abreviar, UPERDU) de dar un giro a cualquier tentación 'centrista' en la Legislatura que nos aguarda.

Lo que no sé es si, tras la aprobación de los Presupuestos, que con unos u otros tiene Sánchez virtualmente garantizada, el presidente del Gobierno cortará amarras con esa coalición no declarada UPERDU, y tratará de llegar a pactos más trasversales, que, personalmente, creo que sería lo más conveniente para el país. No quiero pecar de optimismo: sospecho que Sánchez seguirá atado al hombre que no iba a dejarnos dormir y que, lo dicen en privado algunos ministros, constituye hoy el principal problema para el reequilibrio económico, social y moral de la nación. No había más que ver las manifestaciones contra la ley educativa de este domingo (que no, no era una nueva edición de la 'foto de Colón', obviamente: no están las cosas como para fotografiarse juntos el PP, Vox y Ciudadanos) para comprobar hasta qué punto este país nuestro está escindido, abierto en canal.

Leo una encuesta, para lo que valga, que dice que el 58 por ciento de los votantes del PSOE prefiere un pacto presupuestario con Ciudadanos, mientras que apenas el 24 por ciento los prefiere con ERC y Bildu. Dos Españas asimétricas. Tengo la sensación de que en la votación parlamentaria ganará, sin embargo, la opción minoritaria: no estoy seguro de que las Cortes representen hoy milimétricamente la voluntad del electorado. Sánchez va a vencer cabalgando el tigre de UPERDU. Pero cada vez, suprema contradicción, convencerá menos. Y a saber si el tigre le pegará algún zarpazo más.

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