Actualizado 14/02/2007 01:00

Francisco Muro de Iscar.- El árbitro necesario

MADRID 14 Feb. (OTR/PRESS) -

Cada vez se habla más de arbitraje en España, pero no crece de la misma manera el número de personas dispuestas a someterse a un arbitraje que ponga fin a las diferencias. La Dirección General de Tráfico repite hasta la sociedad que si nos pusiéramos el cinturón se podrían evitar hasta 200 o 300 muertes a año. Pero cada día hay noticias de graves accidentes donde los pasajeros viajaban sin él. Con el arbitraje sucede lo mismo. Aquí, cuando hablamos de árbitros es de los de fútbol y sólo para descalificarles. Y si son noticia es porque se han equivocado, porque han sido agredidos o porque les acusan de algo peor. Ser árbitro en cualquier terreno es una heroicidad, está mal pagado y no tiene reconocimiento social.

El Tribunal Arbitral de Barcelona cumple ahora 18 años y abre un debate sobre el arbitraje, fundamentalmente en la vida económica y empresarial, aprovechando un cierto impulso de la Ley de Arbitraje de 2003, que todos dicen que es muy buena, pero que apenas ha cambiado el panorama: sólo se someten a arbitraje unos cuantos, cuando ese sistema podría mejorar sustancialmente el mal panorama de la justicia española, incapaz de dar respuesta a las demandas crecientes de los ciudadanos. Y ya se sabe que cuando la justicia es lenta o ineficiente no es justicia.

Lo mismo sucede en política. Ahora mismo parece imprescindible un árbitro que ponga paz entre quienes amenazan con sacar lo peor de cada uno y de todos. Las agresiones son permanentes y el tono del debate está empezando a ser insoportable. Dicen algunos que el PP no acudió a la penúltima manifestación contra ETA porque el inteligente líder de Comisiones Obreras, José María Fidalgo, dijo a quien quiso escucharle que si iban a la manifestación "de la unidad", la cosa podía acabar muy mal. Vamos, que podría haber habido más que palabras. En el ámbito económico-social, Fidalgo, Méndez y Cuevas, que ahora dice adiós y que merece el homenaje y el reconocimiento de todos, han dado una lección de eficacia y de sentido común pacificando el mundo laboral y empresarial, sin lo cual no hubiera sido posible el crecimiento económico y del empleo. Los actores políticos son todo lo contrario. Nos están llevando al enfrentamiento más estúpido de la historia por razones que no son explicables y que, tal vez por eso, no se explican. Necesitamos un árbitro, o un Árbitro, que ponga sentido común en la incoherencia, en el disparate y en la insensatez. Alguien aceptado por todos que logre la concordia o que, cuando menos, saque tarjeta amarilla a quienes están haciendo juego sucio, sea en el bando que sea. Eso antes de que los hinchas se lancen a la calle o expulsen a medio equipo y nos quedemos sin partido.

Francisco Muro de Iscar.

francisco.muro@planalfa.es

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