Actualizado 15/11/2006 01:00

Francisco Muro de Iscar.- El escándalo del hambre

MADRID 15 Nov. (OTR/PRESS) -

Vivimos en una sociedad tan sobrada de todo, que ignoramos lo que nos rodea, lo que está próximo, apenas a unos cientos de metros o a unos kilómetros, y lo que está más lejos. Nos movemos en un pequeño círculo en el que todo está bajo control. Apenas una enfermedad o una muerte que toca de cerca, un hijo que suspende, una hipoteca sin pagar, un despido... ¿Grandes problemas? Por supuesto, pero enormemente pequeños comparados con lo que sucede en otros países. El problema es que, antes, ignorábamos lo que pasaba en lugares como Irán, Afganistán, Bolivia, Mauritania, Biafra, Senegal... y hoy lo vemos todos los días en los informativos de televisión. Y seguimos comiendo como si nada.

Cada día mueren de hambre 35.000 niños, según la FAO, pero nuestros hijos y nietos tienen no sólo comida, sino todos los bollos, las "chuches" que quieren. Y no pasa nada. No hay alimentos para el tercer mundo, ni medicinas, pero cada día tiramos a la basura millones de kilos de comida desaprovechada y abusamos de los fármacos. Y no pasa nada. Nos quejamos de la sequía, pero hay inmensos territorios poblados de hombres y mujeres que no tienen ni la décima parte del agua que nosotros derrochamos cada día. Y no pasa nada. Cada vez que hay un desastre natural, los que más sufren son los que menos tienen. Y no pasa nada. Ejercemos la solidaridad de usar y tirar, del minuto posterior a la tragedia. Luego la conciencia se adormece y se olvida todo. Ni los intelectuales levantan su voz ni los políticos buscan soluciones ni las personas de a pie nos comprometemos a poner un grano de arena en la montaña de solidaridad que hay que construir urgentemente.

El Papa Benedicto XVI ha alzado su voz contra el drama que supone que 800 millones de seres humanos sufran hambre extrema y lo ha calificado de "escándalo". La Iglesia lo sabe bien porque muchos de sus sacerdotes están en la misión, al lado de los que nadie quiere, dando la mano a los que todos despreciamos. "Es necesario, ha dicho, transformar el modelo de desarrollo global". Es un escándalo que una sociedad occidental tan desarrollada, con tantos recursos esté ampliando la barrera que le separa del último mundo. Y luego nos sorprendemos de que la inmigración sea imparable y de que quieran las migajas que nos sobran.

Es injusto, insolidario, vergonzoso, escandaloso que en este mundo globalizado cada uno de nosotros no alce su grito y exija a los poderosos, políticos o no, que acaben con ese drama. Pero también lo es, y eso sí que tiene fácil solución, que cada hombre se sienta corresponsable de sus hermanos, especialmente de sus hermanos en la pobreza, en la miseria, en la carencia de todos los derechos, empezando por el derecho a una vida digna.

Francisco Muro.

francisco.muro@planalfa.es.

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