MADRID 5 Dic. (OTR/PRESS) -
Poco a poco se han ido conociendo detalles sobre cómo pudo haber sucedido el atentado en el que fue asesinado un guardia civil y otro resultó gravísimamente herido en Capbretón, Landas francesas. La primera versión, según la cual los guardias habrían sido atacados por la espalda y tal vez desde una cierta distancia, ha ido dejando paso a nuevos datos: Los guardias civiles apenas llevaban tres días en la zona llevando a cabo labores de seguimiento. Los guardias recibieron tres disparos. Uno en la cabeza y, el fallecido, otro en el hombro. Incluso se asegura que uno de los etarras disparó a los guardias dentro del coche, y que los terroristas examinaron el auto para verificar sus sospechas: para verificar que eran agentes. Los casquillos de las balas disparadas a los dos guardias aparecieron en el interior de su coche. Las víctimas estaban sentadas y fueron encañonadas en el interior de su propio vehículo cuando recibieron esos tres disparos. Es decir, pudo haberse producido una notable imprevisión y total falta de reacción por parte de los guardias, sorprendidos por los etarras, uno de los cuales se cree que pudo haber sido el "jefe militar" de la banda, Txeroki, nada menos. ¿Pretendían entrar en España para cometer atentados en la celebración de la Constitución? Es lo que sostiene ahora la dirección de la lucha antiterrorista.
Pero es mucho más visible, y escandalosa, la reacción que el asesinato ha causado en medios políticos. El que pretendía ser "grito unánime contra ETA" se ha visto, ya en el llamamiento a cinco minutos de silencio, perturbado por alborotadores, posiblemente convocados por alguna de las asociaciones que no desean la unidad de los demócratas pactada el sábado en el Congreso de los Diputados. Se señala al Foro de Ermua y a la AVT de Alcaraz como dos de tales asociaciones discrepantes, que presionan para que el gobierno adopte, de manera urgente, otras dos medidas contra ETA: la ilegalización de ANV y PCTV y que se anule el acuerdo del Congreso para que el gobierno pueda dialogar con la banda etarra, dos planteamientos, por cierto, que reitera en sus proclamas el secretario general del PP, Angel Acebes. De manera que, con esos alborotos previos que se cebaron en algunos políticos demócratas -Zerolo en Madrid, Belloch en Zaragoza, por ejemplo, o los gritos contra Zapatero en los minutos de silencio en Madrid, Barcelona y otras ciudades españolas-, era comprensible la resistencia de los líderes políticos a participar en la movilización del martes por la tarde, en la que sí cabía esperar esa unidad de los demócratas e incluso el rechazo de los discrepantes, los exaltados que empañaron las concentraciones contra el atentado. Sin duda, las mencionadas asociaciones de víctimas, y ciudadanos particulares, han querido expresar su rechazo a la anterior política del gobierno de Zapatero de tratar de conseguir, mediante el diálogo, el final de la banda y de sus crímenes.
José Cavero.