MADRID 31 Mar. (OTR/PRESS) -
Ha sido larga, laboriosa, y extraordinariamente callada la crisis que ha tenido que superar en los últimos días, desde el 9-M, el principal dirigente de la Oposición, Mariano Rajoy, tras determinar su continuidad en el cargo de presidente del PP para no ver cómo este partido empezaba a disolverse como azucarillo en vaso de agua. En aquella comparecencia anunció que tendría su propio equipo "para ganar las siguientes elecciones de 2012" en el Congreso que el PP desarrollará en junio. Pero nada dijo de lo que debería decidir anteriormente, este lunes, cuando se constituyan las mesas de Congreso y Senado. Simplemente encargó a Zaplana que hiciera esa última gestión como portavoz popular, y le mandó decir que no le parecía conveniente ceder un solo asiento a los nacionalistas en esa relevante Mesa. Dijo poco más, don Mariano, según han recogido los medios informativos y reproducimos a continuación en distintas versiones periodísticas: "Ya sé quién será portavoz, pero no se lo he dicho ni a ellos. Ni ellos lo saben. No se lo he dicho ni a ellos, no lo saben, y se lo diré el lunes. Tengo elegidos los portavoces, pero no los saben ni ellos. Ya he pensado quiénes serán los portavoces, pero ni ellos lo saben. No me parece serio estar contando por ahí cuáles son las propuestas que haré en la junta directiva. Lo que importa a los ciudadanos no es quién forme parte de la Mesa, sino la economía..."
Y poco más: que está donde siempre estuvo, en el pacto Antiterrorista. "Cualquier posición del gobierno para derrotar a ETA la voy a apoyar", dijo también este escueto don Mariano, escamado de tantos compañeros de gobierno que se han revelado trepas peligrosos. Pues bien, hoy sabremos lo que Rajoy ha determinado, entre los candidatos con los que los periodistas hemos jugados esta quincena última: ¿Soraya, González Pons, Pizarro, Costa? ¿O algún tapado sorpresa?
Luego, queda por saber si, finalmente, las Cortes se constituirán en la primera votación, con mayoría absoluta, o esperan a la segunda, para no tener que pagar excesivos peajes a los nacionalistas 'clásicos', convergentes y peneuvistas. O a las otras fuerzas, ya residuales, de la Cámara Baja. ¿Cómo cerró sus contactos José Blanco, habrá intervenido también José Antonio Alonso, e incluso pudo haber telefoneado Zapatero a Durán o a Urkullu o Ibarretxe? Todo han sido mutismos extremos, en los últimos días, de manera que tendremos, por lo menos, un lunes y un martes muy 'reveladores'.
Eso sí, hay otras novedades, y no menos sorprendentes y reveladoras. Miguel Ángel Moratinos, reinvestido de titular de Exteriores, anuncia que no se llevará a cabo más aportación española a Kosovo hasta que la ONU le transfiera su autoridad. El padre de la niña Mari Luz reclama: "Zapatero debe dar explicaciones sobre Mari Luz. Zapatero no puede eludir la responsabilidad de los errores judiciales. No es un derecho mío, sino una obligación de él explicar los fallos. El Gobierno no se ha puesto en contacto conmigo".
Y luego, el gran problema de la temporada, llamado crisis inmobiliaria. Empiezan a aflorar datos y cifras escalofriantes, que reclaman soluciones de la mayor urgencia: Se asegura que lo peor de la crisis está por llegar. Los expertos pronostican al menos dos años de parón en el sector inmobiliario. Los promotores auguran que la caída inflará el desempleo hasta el 9,5 por 100. Las inmobiliarias renegocian con la banca más de 16.000 millones. Las promotoras deben a las entidades financieras una cantidad próxima al 30 por 100 del PIB. BBVA avisa de que los bancos pueden convertirse en los dueños de las inmobiliarias. El ladillo ya ha contagiado al sector financiero. La crisis puede arrastrar a cajas y bancos, que ven difícil recuperar los millones de euros en préstamos que otorgaron a los promotores en pleno boom El crack inmobiliario amenaza la economía. Son ya once las inmobiliarias que han suspendido pagos. Caerán las que han sido mal gestionadas y sobrevivirán las que han tenido más cabeza y habían conservado parte de las ganancias que habían logrado en el boom. Pero el sector reclama. Al menos, alguna clase de gestos por parte del Gobierno, en esta hora de temores y temblores...
José Cavero