MADRID 17 Dic. (OTR/PRESS) -
España lleva ya más de veinte años integrada en la Unión Europea, un período sin duda espléndido para la economía y, más en general, para la modernización social del país. Su acceso se produjo en plena efervescencia de la democracia y en tiempos de ilusión política. Un período similar es el que tomará ahora como referencia Felipe González, al frente de un comité de sabios que reflexionará sobre el futuro de la UE.
El hecho de que el encargo coincida con la firma de un nuevo tratado en la Unión Europea no parece demostrar precisamente mucha confianza en esos acuerdos de Lisboa con los que se ha intentado salvar la crisis de la Constitución, pero al menos tiene la ventaja de que alguien podrá hacer oír una voz crítica e independiente. En realidad, Felipe González ya venía desempeñando ese papel, con artículos y conferencias donde ha dejado en evidencia la cortedad de miras de la UE actual.
El encargo le ayudará a reducir su papel de jarrón chino en la política española y también pondrá a prueba el debate que mantiene a veces consigo mismo sobre el escepticismo y el optimismo. Nadie puede discutir su liderazgo en Europa -junto con Mitterrand y Helmut Kohl marcó toda una época- y tampoco la oportunidad de esta reflexión en clave europea. Como se vio en un reciente congreso de la Fundación Bertelsmann, ni siquiera los llamados 'euroescépticos' se atreven a cuestionar políticas como las de seguridad, inmigración, energía y relaciones exteriores, a las que habrá que sumar la influencia del desarrollo que irán alcanzando países como China, India e incluso Rusia y Brasil. Entretenimiento no le va a faltar. Ya veremos el caso que le hacen.
José Luis Gómez