Publicado 15/11/2016 08:00

Escaño Cero.- ¿Cuántos más?

MADRID, 15 Nov. (OTR/PRESS) -

Ahora que ha comenzado la legislatura no estaría de más que sus señorías empezaran a prestar atención a algunos de los problemas más graves que aquejan a nuestra sociedad. Por ejemplo el acoso escolar.

La última víctima (que sepamos) de acoso escolar es un pequeño de siete años que tuvo que ser ingresado en un hospital de Sevilla (donde reside) después de que tres compañeros poco mayores que él, creo de entre ocho y diez años, le dieran una paliza.

Según cuentan los padres del niño éste llevaba sufriendo el acoso de sus tres compañeros, que además eran vecinos, desde hacía tiempo, y a pesar de que habían alertado al colegio, la dirección no había adoptado ninguna medida efectiva. Y eso que el pequeño llevaba tiempo en tratamiento sicológico debido al acoso de sus tres verdugos. Lo más descorazonador de esta terrible historia es que la familia del pequeño venía denunciando esta situación incluso a la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía.

Siento decirlo pero normalmente los responsables de los colegios prefieren mirar hacia otro lado ante este tipo de problemas.

Y son responsables, claro que lo son, de la seguridad de nuestros hijos. Cuando los padres llevamos a nuestros hijos al colegio lo hacemos confiando en que no solo le van a enseñar sino que le van a cuidar. De manera que cuando un crío sufre acoso es evidente que los responsables de ese centro escolar no están haciendo bien las cosas y por tanto hay que desconfiar de su capacitación para estar al frente de un centro educativo.

Pero no solo la dirección y los profesores del centro son responsables de no abordar el problema del acoso, también los son los padres de los acosadores y por supuesto los propios acosadores tengan la edad que tengan.

Pero lo que a mi más me indigna es que ante sucesos como el de este crío de Sevilla la mayor preocupación se suele centrar en los acosadores a los que inmediatamente se quiere proteger para que ¡angelitos! nadie les criminalice olvidando el dolor y la tragedia de la víctima. Y una de las cosas más tremendas es obligar a que la víctima continúe compartiendo aula con sus acosadores. Al parecer no se les suele expulsar por aquello de que no se traumaticen. Bueno pues a mi esto me parece no solo injusto sino una auténtica crueldad para con el crío que ha sufrido acoso. Es evidente que los acosadores deben de recibir algún tipo de tratamiento sicológico, y que hay que procurar que no se conviertan en sicópatas y malvados en el futuro, pero no a costa de aumentar el sufrimiento de la víctima. De manera que los niños que maltratan y acosan a un compañero deberían de ser trasladados de centro y no que es siempre el acosado el que tiene que irse de su aula para no coincidir con sus torturadores. Y también es evidente que esos niños acosadores además de recibir atención sicológica deben de tener un castigo ejemplar. No les puede salir gratis hacer de aprendices de torturadores.

En este país nuestro nos preocupamos poco de las víctimas y demasiado de los malvados.