Luis Del Val.- Manifiestamente mejorable

MADRID 20 Abr. (OTR/PRESS) -

Siento un gran respeto por la labor policial y tengo algunos amigos en el Ministerio de Interior. Es un trabajo difícil, escasamente agradable, absolutamente necesario y, en muchas ocasiones, bastante peligroso. Pero ello no quiere decir que me niegue a observar lo que ha quedado en evidencia durante el juicio del 11-M: que los cuerpos policiales llevaron a cabo una actuación previa manifiestamente mejorable, que se resume en una labor de información llena de chapuzas, unas desidias increíbles, unas indolencias asombrosas y unos descuidos tan absurdos como sancionables. No es extraño que, ante tanta y sumada torpeza, hayan nacido teorías de conspiraciones -a las que no me sumo- pero es comprensible que cueste entender algún episodio que, de no ser por la factura terrible en número de vidas y mutilados, parecen secuencias de Mortadelo y Filemón, agencia de información.

Me imagino que el ministro Rubalcaba intentará recomponer el tinglado, pero ayuda bastante poco constatar que en el seno de la Policía y la Guardia Civil se sigue recompensando más la fidelidad al poder político que la profesionalidad, con lo que la eficacia queda solapada por la genuflexión al mando político. Si entre los cuerpos llega a generalizarse la impresión de que para promocionarse es más rápido ser pelota y obediente que competente y capaz, estamos seguros de nuestra absoluta inseguridad en el futuro.

Rubalcaba debe intentar regenerar, como sea, la desmoralización de los eficientes y la ascensión de los ineptos. Esos confidentes que parecen vigilar a los vigilantes; esos delincuentes que no son detenidos porque "no procede"; esas actuaciones que denigran a la Policía y a la Guardia Civil deben ser erradicadas sin prisas, pero sin pausas, y con la máxima contundencia. Porque manchan el trabajo, a veces heroico, de muchas personas que hacen bien su trabajo y se juegan la vida por un puñado de euros.

Luis Del Val.

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