Actualizado 29/03/2008 01:00

Rafael Torres.- Errores humanos

MADRID 29 Mar. (OTR/PRESS) -

El error es humano, los jueces son humanos, pero las niñas también son humanas, posiblemente más humanas que los jueces, con seguridad más frágiles e indefensas que ellos, y no puede ser que sucumban, que sean violadas, brutalizadas, escarnecidas, muertas, por sus errores. El error es humano, pero por eso es inaceptable que se ponga a un error, a una cadena de errores, a velar por la integridad de las niñas.

La burocracia judicial ha facilitado, si no promovido con sus agujeros para la impunidad, que una niña de cinco años fuera asesinada y ultrajada por un tipo cuyos antecedentes en el abuso y acoso de menores fueron quedando sin castigo penal alguno. El caso de Mari Luz Cortés, la niña cuyos restos fueron hallados flotando en la ría de Huelva, no salpica sólo, bien es cierto, a la Justicia y a sus servidores, incapaces de retirar de la libre circulación al pederasta que presuntamente la mató pese a arrastrar dos condenas firmes por abusos a niñas, una de ellas su propia hija, sino que mancha también la reputación de otras instituciones creadas, igualmente, para la seguridad y el bienestar de los ciudadanos.

Sanidad y Servicios Sociales poco hicieron, desde luego, para el adecuado tratamiento del psicópata ni para la salvaguarda de sus infortunados hijos, pero tampoco anduvo muy fina la Policía, que no supo relacionar al principal sospechoso de la muerte de Mari Luz, cuando le interrogó en primera instancia, con el degenerado que iba dejando una estela de niñas forzadas y de condenas inocuas. Así, la ineficacia de las instituciones cooperó al escalofriante fin de la niña onubense, pues sus dejaciones y sus errores encadenados la pusieron en el camino en el que, en un momento fatal, se cruzó con el pederasta.

El error es humano, demasiado humano, pero quienes tienen en sus manos la vida, la libertad, la integridad y la dignidad de los niños deberían jurar por su honor, so pena de recibir un severo castigo, no errar nunca en beneficio de sus verdugos.

Rafael Torres.

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