MADRID 8 Dic. (OTR/PRESS) -
El presidente del Gobierno y el presidente del principal partido de la oposición ofrecieron sendas ruedas de prensa en el Palacio de las Cortes durante la celebración del Día de la Constitución. Ambos proclamaron la conveniencia de volver al consenso perdido, pero ni siquiera se saludaron en el caserón de la Carrera de San Jerónimo. El consenso, efectivamente, se ha perdido. Es obvio.
Muchos comentaristas políticos, constituidos en orfeón espontáneo, exigen ahora a los dos dirigentes políticos que reanuden sus contactos y que vuelvan al consenso. He aquí otra obviedad, que tiene las características de las que suelta el presidente del Gobierno cuando no sabe qué decir, y de este modo sale del paso como puede. Este tipo de obviedades se caracteriza porque no sólo vienen bien para salir de un apuro dialéctico, sino que son instrumentos muy prácticos para cubrirse, como suelen decir los clientes de los casinos. Si un comentarista exige el diálogo y el consenso, nadie lo podrá llamar ni rojo ni facha. Las obviedades son como el sistema métrico decimal: no tienen ideología ni comprometen a nada.
Lo que ya no es tan obvio, y habrá que estudiar muy despacio, es el auto del Supremo inadmitiendo a trámite la querella de Manos Limpias contra los que se sentaron públicamente a negociar con la ETA -con su brazo político en concreto-. La señora Fernández de la Vega, en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros del jueves, dijo la consabida obviedad: el Gobierno no comenta las resoluciones judiciales. Pero, amigos, esta vez sí que tenía algo que decir, así que después de decir que no comentaba, comentó. En plan pitonisa de Delfos dijo, enigmática: "Se abre un camino". ¿Hacia dónde? Los sagaces comentaristas dicen que hacia la presentación de Batasuna a las municipales. Ya veremos.
Ramón Pi.
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