MADRID 30 May. (OTR/PRESS) -
Discutir los términos del plan Ibarretxe bis, plasmado esta vez en un acuerdo del Gobierno autonómico vasco, es una forma como otra cualquiera de perder el tiempo y marear la perdiz. La realidad de ese acuerdo, incluidas las dos preguntas que Ibarretxe quiere someter a los habitantes del País Vasco, es muy sencilla de comprender: se trata de una iniciativa que tiene un 50 por ciento de provocación al Estado, y el otro 50 por ciento de táctica de avanzar, milímetro a milímetro, hacia el separatismo. Discutir los términos del Plan Ibarretxe bis, analizar el significado de las palabras y devanarse los sesos en la averiguación del significado del término "decidir" es ya entrar en ese juego.
Ibarretxe me cae bien, porque tiene una alta consideración de sí mismo, y se cree listísimo por haber elaborado las preguntas con retales de cosas que una vez firmó hasta el PP (como el pacto de Ajuria Enea), otras que logró el PSOE (como el permiso parlamentario para negociar con la ETA), y elementos de ideas vagas y susceptibles de cuarenta interpretaciones diferentes.
Pero, claro, a estas alturas del curso ya hay cosas que no cuelan, y ésta es una de ellas. La cuestión, pues, no es qué va a hacer el nacionalismo vasco, sino qué va a hacer el "Gobierno de España" que preside ese patriota apellidado Rodríguez Zapatero.
Ramón Pi.