MADRID 26 Oct. (OTR/PRESS) -
Esta semana he tenido dos experiencias relacionadas con la edad que me han dejado bastante confusa y que me han llevado a reflexionar sobre la cantidad de tópicos que todavía arrastramos a ese respecto, pero sobre todo el miedo de la gente a decir los años que tiene, como si cumplirlos fuera un delito y no una bendición.
El primer berrinche me lo llevé leyendo un diario digital, en el que una periodista escribía un reportaje sobre la nueva vivienda de Echenique, a quien la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha paralizado unas obras que estaba haciendo por carecer de la licencia correspondiente. Hasta aquí todo bien, ya que sin duda se trata de una noticia que puede interesar a los lectores del diario, lo llamativo es que al preguntar a un vecino de la zona qué tipo de vida hace el secretario de organización de Podemos, la periodista en cuestión describe a este personaje con estas palabras: "Manuel, pese a su edad -roza los 60-, se resiste al paso del tiempo".
No se por qué regla de tres la periodista ha decidido que a los 60 hay que estar como un carcamal, encorvado, con bastón, a punto de entrar en la tercer edad, o quién sabe si en la cuarta. Supongo que se trata de una mujer joven, pues solo con los ojos de la juventud se pueden hacer esas aseveraciones, que no son nuevas y que encontramos a diario en la prensa escrita.
Que frases como: "anciano de 62 años atropellado en tal o cual calle de Madrid o de Barcelona", se sigan repitiendo una y otra vez, demuestra hasta que punto están vigente algunos tópicos que creíamos superados.
A estas personas yo les diría que gracias a la medicina, a la investigación, al deporte, le estamos ganando años a la vida. Y hoy una persona de 70 puede pasar perfectamente por tener 55. O al revés, que una de 30 tenga mentalidad de 80.
La edad oficial es la que viene en el DNI pero la edad real es la que te permite estar como una rosa a los 70, o más. Ocultarla no sirve de nada, es más, lo único que consigues es engañarte a ti misma/o porque a quién le puede interesar en qué año has nacido, a nadie, salvo que tengas un trabajo o una actividad pública. Pero esto, que para mí es una regla de oro, para otras personas no lo es. De ahí que una buena amiga me reprochase el otro día que hiciera mención a mi edad sin reparar que al hacerlo estaba poniendo el foco en la suya. El argumento era impecable, porque pese a conocernos desde hace más de 45 años, lo cierto es que no tengo ni idea de cuántos cumple. Puedo imaginarlo pero como sé lo mucho que le fastidia que se mencione este asunto, he optado por celebrarlo pero sin ponerle velas.
Ahora que se le da más importancia al lenguaje sexista, machista, y a todo lo se relacione con la mujer, yo pediría que en los libros de estilo de los medios de comunicación, se hiciera mención a estos temas. No se puede llamar anciano/a a una persona solo por los años que tiene, porque me consta que se les está ocasionando un daño innecesario.