MADRID 11 Dic. (OTR/PRESS) -
Acabó el curso en el Congreso de los Diputados como había empezado: denigrando, en una sesión de control, una más que fue para olvidar, lo que debería ser un trabajo parlamentario digno y constructivo. Solo que, antes, Sus Señorías se llamaban 'mafiosos' 'corruptos', 'delincuentes' y hasta 'gangsters'; ahora ya hemos pasado, gracias, sin duda, al presunto acosador Francisco Salazar (otro tipo para olvidar), al terreno de lo sexual .
"Sánchez y Feijoo se reprochan las denuncias por acoso sexual en el PSOE y el PP", titulaba un importante diario nacional su edición digital, como único resumen de la actividad Legislativa del día. Otros, más o menos lo mismo: el gran escándalo fue que, de nuevo, se reprochase al presidente la, ejem, actividad empresarial de su suegro, y, a partir de ahí, todo fueron bolas de basura lanzadas, sin preservativo y con el rostro del ya ex dirigente del PSOE Salazar, de un extremo a otro del hemiciclo. ¿Seguro que no hay temas más importantes que resolver en el Legislativo?
No sabe usted cuánto lamento tener, de nuevo, que decirlo, pero la degradación de la vida política española marcha a ritmo frenético. Porque, más ejemplos, que el presidente del Gobierno acuda a mítines en Extremadura para potenciar la candidatura de alguien procesado por ayudar ilegalmente a su hermano (al del presidente del Gobierno, digo) me hubiese parecido, en otras circunstancias, algo por completo impropio de una mínima decencia política. Ahora ya nos vamos acostumbrando a estas cosas.
Lo que ocurre es que la indecencia, por llamarlo de algún modo, ya sale fuera de los escaños: pues claro que algunos argumentos que escucho estos días, desde las dos Españas judiciales, a favor o en contra de la sentencia al ya ex fiscal general del Estado no me causan menos rubor que el desarrollo de la vida en el poder parlamentario, o que algunas acciones del Ejecutivo, o que ciertas omisiones de la oposición, o... En fin, que el despropósito cabalga por nuestras tierras. Y, encima, nos dicen que somos un ejemplo para el mundo mundial.
Pero no: el año 2025 acaba en plena hediondez pública. Los nombres de Ábalos, Koldo, Santos Cerdán, Leire Díez, entre otros varios quizá menos sonoros, retumban en las portadas y acaparan las conversaciones en los almuerzos navideños, aquellos en los que antes se hablaba de qué vamos a comer en Nochebuena o qué harías si te tocase la lotería del 22 de diciembre. Ahora estamos como absortos ante las próximas comparecencias judiciales o ante las enormidades que se dicen en la comisión Koldo en el Senado, de manera que casi con precisión puede denominarse a este país con nombres como 'Cerdonia', 'Koldópolis' , 'Abalandia' o similares: a estas alturas, no cabe otra salida que tomárselo con humor.
No sé, tras este desastroso fin de curso parlamentario, en el que, hay que decirlo, tampoco la oposición anduvo demasiado fina, si alguien tiene propósito de la enmienda de cara al que puede ser el Año del Gran Cambio, 2026. No lo parece, en verdad, a tenor de lo que vamos escuchando. Así que, cuando regresemos al aula parlamentaria tras las vacaciones, ya en un año que tendrá, se celebren cuando se celebren los comicios generales, tufillo electoral, me temo que vamos a volver a más de lo mismo. O peor aún. Ahora, eso sí: de sexo seguiremos hablando, que es, al parecer, lo que más importa. Gracias, Paco Salazar, acosador presunto: por fin hablamos de sexo.