Actualizado 23/03/2007 01:00

Rosa Villacastín.- El abanico.- Merecido homenaje a Sabino Fernández Campo

MADRID 23 Mar. (OTR/PRESS) -

Hacía tiempo que se le debería de haber hecho este homenaje a Sabino Fernández Campo, como agradecimiento a los servicios prestados a la Corona y a los españoles. Una omisión que se ha debido más al temor de que pareciera una despedida que al olvido. Finalmente Pilar Cernuda y un grupo de incondicionales amigos, decidieron que no se podía esperar más tiempo, que había que hacerlo ya, en un momento en que la división entre los dos grandes partidos, amenaza con crispar aún más si cabe la convivencia entre las dos Españas, que siempre han estado ahí, pero que convivían respetándose hasta que el PP perdió las elecciones y decidió hacer tabla rasa de lo que había sido el comportamiento de los políticos españoles durante y después de la transición.

Que al homenaje de Sabino acudieran políticos de todo el arco parlamentario, no demuestra más que el cariño que la gente le tiene, y que todavía es posible sentar en un mismo lugar a Mariano Rajoy y a Felipe Gónzalez, sin que las copas salten por los aires. Las escenas que se vivieron anoche fueron realmente entrañables.- Teresa, su mujer, sus hijos -se le han muerto cuatro en un corto espacio de tiempo-, estaban felices por él, por el hombre que siempre tuvo un trato cordial con la prensa, aún a sabiendas de que su papel no era fácil y de que alguien pudiera malinterpretar sus palabras. Como así ocurrió, aunque él lo haya echado todo en el saco del olvido. Quizá sea bueno recodar en estos momentos cómo fue utilizado por personajes, Mario Conde entre otros, que deseaban romper la barrera que protegía al Monarca, para hacerse un hueco en su entorno más cercano. Tuvo que ser Sabino quién parase los pies a algunos de estos desaprensivos, pero no sin pagar un alto precio por ello.

Su salida como Jefe de la Casa de Su Majestad el Rey, fue tan sorpresiva, como imprevista, para algunos tan incomprensible. Me consta lo mucho que sufrió Sabino en aquellos meses, más que por abandonar el puesto por la forma en que se hizo: el Rey se lo comunicó en una comida, casi de pasada, quizá porque no se atrevía a enfrentarse a cara a cara con quién había sido su velador, su protector, también su maestro.

Las razones de aquella salida del Palacio de la Zarzuela, nunca se han explicado lo suficientemente bien, aunque todos intuimos que hubo alguien muy poderoso que le fue al Rey con cuentos infundados, pero que crearon la semilla de la desconfianza en el monarca. Pero eso es ya agua pasada y hoy Sabino Fernández Campos vive placidamente en compañía de Teresa, su mujer, que es su mejor compañera y amiga. La persona que le ha ayudado a suavizar el profundo dolor que siente por la pérdida de cuatro de sus hijos, en un corto espacio de tiempo.

Dice Sabino que no se publicaran sus memorias hasta que los protagonistas principales hayan desaparecido de la escena. Mejor así, no están los tiempos para reabrir nuevas heridas, y eso lo sabe este hombre que si por algo se ha caracterizado es por haber servido a la Corona, con total lealtad, aún a costa de sufrir la incomprensión de muchos que desde luego no estaban anoche este merecidísimo homenaje.

Rosa Villacastín.

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