Publicado 09/08/2016 12:30

Tribuna.- Oscar Gómez.- Danos tu luz, Celia Cruz

Oscar Gómez
CEDIDA

9 (OTR/PRESS) Por Oscar Gómez

En unos pocos años más cumpliré 40 primaveras como profesional de la producción discográfica. Empecé muy joven, créanme, y no lo digo por quitarme años pues ya soy consciente desde hace unos meses de haber empezado la batalla contra la vejez.
Mi adorada cantautora y una de mis poetas favoritas, además de buena amiga, de esas que disfrutas cada segundo de su enriquecedora compañía, Marisela Verena, escribió en una de sus inolvidables canciones unos versos que me encanta repetir: "Juventud que pasa con los años, huellas en vivencias en la piel, cuido mucho más la piel de adentro, que es la que no debe envejecer.."Y así voy, cumpliendo y luchando con el deterioro del caparazón.
En todo este tiempo me ha tocado lidiar artistas (algunos son peores que los toros..) de todo tipo, color (de piel y de voz), pelaje y condición.
Tengo miles de recuerdos de cientos de cantantes con los que he convivido en más de 20 ciudades de 10 países y en decenas de estudios de grabación.
Y hay un nombre que se me quedó grabado para siempre en el corazón de manera natural y sin necesidad de utilizar ningún tipo de tecnología: Celia Cruz.
Mi Reina, así la llamaba yo, fue durante años mi artista, mi amiga, mi mamá negra y objeto de mi permanente admiración como artista y como ser humano.
Y juro que el equilibrio entre el ser humano y el divo es muy difícil de conseguir.
Además de mis múltiples ocupaciones artísticas que me proporcionan felicidad y posibilidad de sobrevivir incluso sin haber conseguido a lo largo de toda una vida de trabajo cotas de éxito con mayúsculas, pero más que suficientes para un tipo sencillo como yo, he aprendido también las habilidades de un psicólogo.
Me considero un buen psicólogo graduado en la universidad de la experiencia y de la vida, que te obliga a desarrollar habilidades insospechadas.
Y como tal, he conocido especímenes muy variados dentro del mundo de los cantantes populares que me han llevado a la conclusión de que llegar a la fama es una cruz para los que rodean al famoso y un desgaste demoledor para el personaje que consigue destacar cantando.
Mi master en "psicología de estudio de grabación" me ha permitido salir airoso casi siempre del trato con semidioses habiendo conseguido en algunos casos llevarme hasta las dos orejas y el rabo...
Si es un idiota (y hay muchos a los que se les podría tildar de tal) no se da cuenta de lo terrible que es la fama y usa y abusa de ella hasta convertirse en un ser arrogante, vacío y despreciable...
Si es inteligente, termina por vivir atormentado por la saña conque los medios y los envidiosos de este miserable reino de esa especialidad les atacan y les maltratan para aliviar su mediocridad, y por el reconocimiento de los bobos que le paran por la calle para hacerse una foto o pedirles un autógrafo (me gustaría poder entender algún día para qué carajo sirve un autógrafo...los fans deberían pedirles besos a sus ídolos, que mola más y es más interiormente duradero que un pinche pedacito de papel con un garabato).

Y así, mientras crece el divo, la leyenda, el mundialmente famoso objeto de deseo de mujeres y de hombres, se va desmoronando el ser humano, si ese ser humano no ha madurado aún del todo.
Con Celia Cruz nunca sentí que eso sucediera ni trascendiera hacia su entorno. Jamás.

Traté con Celia durante casi 20 años.
Hicimos juntos 5 discos, muchos shows, una película y sobre todo, compartimos afecto, familiaridad, cariño cubano (que es, valga la redundancia, el cariño más cariñoso del mundo) y muchas horas de trabajo, anécdotas, risas y canciones en su casa de New Jersey, en la mía de Madrid, en la de mi primo Eduardo de Miami, en la casa de mi padre - a quien cada Navidad Celia y Pedro mandaban un Xmas amoroso sin fallar ni una sola -, en los estudios de grabación y en los camerinos de medio mundo.
Celia era una artista única, irrepetible y fuera de lo común, y una mujer extraordinaria con un corazón que se le salía del pecho y una sentido de la amistad, la lealtad y el humor absolutamente inolvidable. Un ser luminoso.
De esos que tanta falta hacen en el mundo. De esos que dejan huella de su paso por la vida sin necesidad de joder a los demás, como parece ser que, tristemente, es el leitmotiv principal en la existencia de un alto porcentaje de habitantes de este planeta.
Cuidaba de su carrera sin ser egoísta y avasalladora, cuidaba de sus afectos sin abandonar su trabajo de leyenda viva, cuidaba de forma espontánea y natural de las cosas sencillas, de los seres humanos con los que convivía, de la naturaleza, de la convivencia y del respeto a todo bicho viviente. Siempre era amable y atenta, simpática, ingeniosa y sarcástica, cubana y universal.
El pasado mes de julio se han cumplido 13 años de su desaparición y todavía recuerdo con claridad meridiana la grabación de su último disco, "Regalo del Alma", en un estudio de New Jersey en marzo de 2003, cuatro meses antes de morir, con 7 grados bajo cero y 20 centímetros de nieve. Grabábamos solamente 1 hora y media al día, pues su enfermedad ya estaba avanzando de forma implacable, y su profesionalidad, su sonrisa y su entereza en aquellos días presagiosos, se quedarán para siempre en mi alma y en el anecdotario de la gente que trabajamos en la música. Ya me ocupo yo de eso.
Más que nada por ver si contando a diestro y siniestro - con mi habitual incontinencia verbal de la que me acusa mi mujer - las aventuras de una persona buena en todos los sentidos (en otra ocasión intentaré contar cómo las alimañas salieron a la calle después de su muerte buscando un pedazo del cake), disminuye el número de divos insoportables que tenemos que soportar los artesanos sensibles, normales y corrientes.
Celia Cruz, danos tu luz...!

Oscar Gomez es autor, compositor y productor artístico, miembro de la Junta Directiva de los Latin Grammy

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