El arzobispo de Valencia alerta sobre "la otra gran riada" que sufre la sociedad, "el laicismo radical y beligerante"

Actualizado: domingo, 14 octubre 2007 17:23

VALENCIA, 14 Oct. (EUROPA PRESS) -

El arzobispo de Valencia, monseñor Agustín García-Gasco, alertó hoy, con motivo del 50 aniversario de la riada de 1957, sobre la "otra gran riada que sufre hoy nuestra sociedad, la del laicismo radical y beligerante cuyas aguas violentas pueden destrozar todo lo que encuentren a su paso, la educación, la familia, la solidaridad entre los españoles, la paz, el bien común", informaron fuentes del arzobispado en un comunicado.

En su homilía, el prelado evocó las pérdidas humanas y materiales que provocó la riada de 1957 y señaló que "hoy también si la inteligencia desprecia la búsqueda de Dios, si el conocimiento se hace indiferente a la verdad, si la libertad no reconoce el auténtico bien, las personas y la sociedad nos vemos expuestas a la tiranía y la destrucción, a la mayor de las riadas, mucho peor que aquella que destruyó Valencia, hace hoy 50 años".

Ante esta situación "no podemos permanecer indiferentes", ha dicho el prelado, que ha invitado a "vencer ese peligro con la verdad y la caridad", aseveró.

Monseñor García-Gasco dedicó la primera parte de su homilía a evocar el impacto de la riada de 1957 y también recordó a los afectados por las inundaciones del pasado viernes en las provincias de Valencia y Alicante.

Igualmente destacó la labor que realizó la Iglesia en 1957 en auxilio de los damnificados, y elogió el papel desarrollado entonces de "mi venerado y querido predecesor en la sede valentina, monseñor Marcelino Olaechea".

El arzobispo recordó cómo "los pueblos de la archidiócesis de Valencia, unidos por el dolor y la caridad, se movilizaron para ofrecer ayuda y consuelo y a este gran movimiento de solidaridad se unió España entera". Una vez más, "la caridad, la solidaridad y el esfuerzo por el bien común vencieron el poder de la destrucción y de la muerte", ha señalado.

A continuación, se refirió a la situación actual en la que "poderosas fuerzas se han desatado sobre la sociedad de nuestro tiempo, como las aguas del Turia en 1957, y pretenden inundarlo todo". El arzobispo advirtió de cómo "se trata ahora de echar a Dios de la vida pública, se debilita la estructura familiar de la sociedad, se rechaza la Ley Natural como fundamento y garantía de la dignidad de las personas. Cada vez nos resulta más difícil distinguir el bien del mal y somos incapaces de educar a las jóvenes generaciones".

Asimismo, insistió en que "es preocupante la creciente agresividad y violencia, incluso en el seno del hogar, la creciente expansión de la droga y de otras conductas adictivas en amplios sectores de la sociedad, es agobiante el progresivo desprecio a la vida humana, de modo especial a la vida humana naciente, débil, enferma o poco relevante".

García-Gasco mostró su convicción en que "nada hay más letal para una sociedad y para las personas que la componen que extender la falsa pretensión de que ni necesitamos a Dios, ni podemos conocer la verdad".

El arzobispo de Valencia concluyó su homilía pidiendo la intercesión de la Virgen de los Desamparados y del Santo Ángel Custodio de la Ciudad, para que guarden a Valencia "de las catástrofes naturales y morales".