BARCELONA, 18 Dic. (EUROPA PRESS) -
Unos 5.000 barceloneses han mostrado su apego por la basílica de la Sagrada Familia en la primera misa celebrada tras su dedicación al culto que ofició Benedicto XVI el 7 de noviembre, y que este sábado han concelebrado el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach; el obispo auxiliar, Sebastià Taltavull, y otras autoridades eclesiásticas.
La misa, que se ha oficiado en acción de gracias por la visita del Papa y del Día de la Familia y la Vida, también ha contado con la asistencia de la Infanta Cristina, el Patronato del templo, Josep Antoni Duran (UDC), Jorge Fernández Díaz (PP) y miembros del cuerpo consular, que no pudieron entrar el día de la dedicación. Sin embargo, decenas de barceloneses se han quedado fuera.
En la homilía, que ha empezado en catalán y acabado en castellano, Sistach ha subrayado que la dedicación de la basílica "en una época en que el hombre pretende edificar su vida de espaldas a Dios, como si ya no tuviera nada a decirle, resulta un hecho de gran significado y de mucha actualidad", y ha recordado las palabras de admiración que el Papa tuvo hacia el templo.
También ha interpretado la visita del Pontífice a la institución de la Obra del Niño Dios de la capital catalana como una manifestación del valor que da a la vida humana, aunque haya minusvalía, y el compromiso que deben asumir los cristianos para "ayudar a las mujeres embarazadas que no se vean encaminadas u obligadas por circunstancias adversas a recurrir al aborto".
Sistach ha apelado a la solidaridad de los barceloneses en Navidad para paliar la crisis económica, y ha llamado a velar por los frutos que ha dejado la visita del Papa, "intensificando con renovada ilusión la fidelidad a Dios y la Iglesia", para lo que recientemente ha elaborado una exhortación pastoral.
"ES UNA MARAVILLA"
En declaraciones a Europa Press, algunos asistentes han explicado que querían acercarse para ver la basílica sin andamios, ya que sólo habían podido ver por televisión el techo cubierto. A pesar de ello, los andamios exteriores persisten, porque el fin de las obras se prevé para 2026.
"Es una maravilla; por la tele ya me había encantado", ha subrayado Rocío --de Badalona--, quien ha aguardado la larga cola que rodeaba la basílica. Mientras tanto, los pintores que venden láminas del templo ante la fachada de la Passió lamentaban que la visita papal no ha incrementado sus ventas. "Es la crisis", ha afirmado uno de ellos.