Actualizado 13/02/2010 19:46

Una madrileña acomodada y una granjera de Huesca, protagonistas de 'Me cambio de familia'

Me Cambio De Familia
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MADRID, 13 Feb. (OTR/PRESS) -

Una emprendedora mujer de Madrid, de posición acomodada, con dos hijos de 9 y 4 años, que trabaja en el mundo de la moda y reivindica un papel activo de la mujer en la sociedad y el ámbito profesional; y una granjera de un pequeño pueblo de Huesca, con dos hijos de 17 y 21 años, acostumbrada a ocuparse de todas las labores del hogar y a la sencillez del ámbito rural, son los perfiles de las mujeres que intercambiarán su hogar y su familia en el segundo especial de "Me cambio de familia", que Telecinco ofrecerá el domingo, a partir de las 22:45 horas.

Pilar, la mujer de Madrid: "Siempre he tenido fortuna personal y casi siempre he tenido servicio". Urbanita por encima de todo, Pilar vive sin aprietos económicos. Asegura no poder vivir sin servicio y su trabajo le permite dejarse ver en las fiestas más chic de la ciudad. Se define como una mujer acostumbrada a hacer lo que quiere, le da mucha importancia a la estética, es poco dada a madrugar y a las rutinas y su individualismo está por encima de sus obligaciones como madre y ama de casa. "Para mí el programa es una experiencia vital. Quiero ver cómo me desenvuelvo y reafirmarme o no en cosas que pienso", ha explicado Pilar antes de participar en "Me cambio de familia".

Gloria, la mujer de Huesca: "Estoy acostumbrada a servir. Trabajo y en casa todo lo hago yo". La vida de Gloria está marcada desde primera hora de la mañana por el trabajo en la granja, las rutinas y las tareas de la casa que realiza en solitario, ya que su marido es de los que creen que esas cosas no las hacen los hombres. Se define como una mujer de pueblo, que se siente abrumada por la agitada vida de la ciudad. Está acostumbrada a vivir con muy poco dinero y es feliz así.

En "Me cambio de familia" dos mujeres intercambian su rol en sus respectivos hogares para adaptarse a las normas y rutinas que siguen los habitantes de otra casa desconocida durante los primeros siete días y poner en práctica sus valores y costumbres en un entorno familiar totalmente opuesto al suyo durante la segunda semana. En todo este tiempo, las mujeres no tienen contacto alguno con sus verdaderas familias, ni disponen de dinero propio, tarjetas de crédito ni teléfono móvil.

Concluida la experiencia, las dos parejas mantienen una reunión para hacer balance de la experiencia e integrar -si lo consideran procedente- nuevas dinámicas para mejorar la convivencia y las rutinas domésticas.