El acusado del robo del Códice también niega ahora haber cogido cartas

El exeletricista de la Catedral José Manuel Fernández Castiñeiras
Foto: EUROPA PRESS

Declaran 20 vecinos, que no desconfiaban del acusado y que aseguran no tener ninguna enemistad con él, aunque no le hablan a raíz del caso

   SANTIAGO DE COMPOSTELA, 12 Feb. (EUROPA PRESS) -

   El exelectricista de la Catedral José Manuel Fernández Castiñeiras ha asegurado este jueves en el primer día del juicio por el supuesto robo continuado de correspondencia a sus vecinos de O Milladoiro (Ames) que "nunca" cogió ninguna carta y ha insinuado, a preguntas de su abogada, que las puso la Policía en su casa durante el operativo de escuchas a raíz de la desaparición del Códice Calixtino, por cuya sustracción ya ha sido juzgado.

   Castiñeiras ha declarado en el Juzgado de lo Penal Número 2 de Santiago --entre las 11,25 horas y las 11,40 horas--, periodo en el que ha contestado a todas las preguntas de las partes, Fiscalía, acusación y su defensa. El caso quedará visto para sentencia el viernes, jornada para la que quedan --a partir de las 10,00 horas-- conclusiones de las partes e informes. Todo ello, después de que este juicio fuese aplazado en su momento por indisposición del acusado.

   "Yo nunca cogí ninguna carta", ha afirmado el acusado del robo del correo, que ha insistido en que "en ningún momento" tomó "ninguna" misiva "ni del portal, ni buzones".

   En su toma de la palabra, ha negado en varias ocasiones haber sustraído ningún tipo de correo, ni tenerlo en su casa, ni haberlo abierto nunca. Una estrategia la de la negación que también siguió durante el juicio del Códice, en el que llegó a sostener no haber visto el manuscrito medieval.

   "De mi casa tenían llaves más personas y se demostró aquí", ha sostenido Castiñeiras, quien ha insinuado que cuando instalaron los micrófonos para realizar escuchas pudo ser la Policía quien dejó las cartas en el domicilio. Asimismo, ha exculpado a su mujer e hijo de cualquier vinculación con el robo de cartas.

"AUNQUE FUERA MI SENTENCIA DE MUERTE, LA FIRMABA IGUAL"

    Durante su declaración, el procesado ha sido preguntado por la declaración ante el juez instructor de la causa, José Antonio Vázquez Taín, en la que reconoció que había cogido las cartas. "Esa declaración no la recuerdo, estaba un poco aturdido", ha asegurado.

  "Sufrí un ictus, estaba sin medicación tres días", ha manifestado, al tiempo que ha indicado que sólo sabía que desaparecía correo de los vecinos porque se ponía en "las actas" de la comunidad.

   "Yo firmé lo que me pusieron delante", se ha defendido. "Aunque fuera mi sentencia de muerte, la firmaba igual", ha sentenciado, y ha vuelto a quejarse --al igual que hizo en el juicio del Códice-- del interrogatorio de Vázquez Taín.

   "Llegó a burlarse de mí mucho", ha reprochado Castiñeiras sobre Taín.    También ha relatado que en su edificio miraba cartas por curiosidad que había en un tablón de anuncios --que tiene un cristal-- en el portal, lo que intentó explicarle al juez instructor. "Pero no me dejó", ha lamentado.

"¡ACTAS!, A-CE-TE-A-ESE"

   El único momento en el que Castiñeiras ha levantado la voz, tanto en este juicio como en el del Códice --en los que ha permanecido casi todo el tiempo mirando al suelo--, ha sido este jueves para hacer una aclaración al abogado de los vecinos.

   Y es que el abogado de los vecinos ha entendido que Castiñeiras hacía comentarios con su mujer en casa sobre "cartas de la comunidad", aunque en realidad Castiñeiras había dicho "actas de la comunidad".

  "¿A qué se refiere con las cartas de la comunidad?", ha preguntado el abogado de los vecinos. "¡Actas!, A-CE-TE-A-ESE", ha deletreado profusamente Castiñeiras para no conducir a error.

CUESTIONES PREVIAS

   La jornada arrancó alrededor de las 10,00 horas --ha durado hasta pasadas las 15,00 horas-- con las cuestiones previas en las que la abogada del acusado presentó tres y un bloque de nuevas pruebas, que han sido rechazadas todas por la jueza.

   La abogada ha vuelto a pedir la nulidad de la totalidad de las actuaciones, las mismas que en la causa del Códice, porque considera que se basan en registros nulos y se han violado derechos fundamentales.

   También ha manifestado que el Juzgado de lo Penal no es competente porque la pena que se pide por estos hechos exceden los cinco años y tiene que ser, a su juicio, la Audiencia Provincial la que juzgue. Cuestión que la jueza le ha dicho que no es así.

   El fiscal solicita para el exelectricista 18 meses de prisión por cada uno de los 162 delitos contra la intimidad de los que le acusa. En total, esto supondría 243 años de prisión, aunque no podría estar en la cárcel más que el triple de la pena máxima, es decir, cuatro años y medio.

   A esto se suma una multa de 2.187.000 euros por el robo continuado de correspondencia privada de sus vecinos. La petición de pena de acusación particular suma 885 años de cárcel.

   La defensa también ha solicitado la suspensión del juicio por "perjudicialidad penal", porque está vinculado al procedimiento principal del Códice, según ha alegado, y se está a la espera de resolver, al haber quedado visto para sentencia hace una semana. Según sostiene se usa la "misma" entrada y registro que para este juicio.

SIN ENEMISTADES DE VECINOS

   Durante esta primera jornada de juicio, han declarado 20 vecinos del edificio en el vivía Castiñeiras a los que le desaparecieron diversas cartas y todos han coincidido en señalar que nunca desconfiaron de él, ni pueden constatar que fuese él quien robó el correo, aunque casi todos echaron en falta misivas, pues en algunos casos las necesitaban de forma urgente.

   Solo unos pocos vecinos han dicho recordar ver merodear al acusado por los buzones en alguna ocasión, pero ninguno nada raro, aunque una vez una vecina le vio con "una carpeta" al lado de los buzones.

   Cartas de bancos, de la Seguridad Social o mera publicidad se encontraban entre todos los correos requisados en inmuebles de Castiñeiras. Así, el vecino más perjudicado suma hasta 68 cartas sustraídas, pero ninguno ha reconocido ningún tipo de enemistad con el acusado, aunque ninguno le habla desde 2012, a raíz del caso.

   Una cuestiones que han explicado es que en su momento aparecieron un montón de cartas en el cuarto de la limpieza, que uno de los testigos ha asegurado que todas pertenecía a una vecina ya fallecida. Casi todos han dicho que nunca veían cartas fuera de los buzones, aunque los actuales presidente y vicepresidenta de la comunidad señalan que hay cartas que quedan en un tablón con un cristal en la entrada.

   Previamente, han tomado la palabra por videoconferencia tanto el jefe de la brigada de Patrimonio Histórico que llevó el caso del Códice, como la inspectora encargada de la investigación.

   En su relato, han coincidido en que las cartas se encontraron tanto en un despacho de la vivienda de Castiñeiras, como en un trastero, donde estaba "el grueso" de entre 500 y 600 cartas, así como en su casa de A Lanzada.

EL PADRE DE CASTIÑEIRAS ACUMULABA COSAS

   Finalmente, han comparecido dos testigos a petición de la defensa para hablar acerca de la figura del padre de Castiñeiras, a quien han descrito como una persona obsesionada con acumular todas las cosas que podía en casa, desde periódicos a botones.

   Una de estas testigos ha sido la sobrina de Castiñeiras, quien ha explicado que compartió domicilio con el padre de Catiñeiras, y ha relatado que el progenitor del acusado era una persona que guardaba todas "las cosas que encontraba".

   Esta jornada, en la que la jueza ha llamado la atención en diversas ocasiones a la abogada de la defensa para pedirle que avanzase, ha finalizado con un perito de la defensa, que diagnostica a Castiñeiras un síndrome de acumulación vinculado con trastorno-obsesivo compulsivo.

   Las explicaciones del perito --el mismo que intervino en el juicio del Códice y contó cómo en la cárcel Castiñeiras también acumulaba tickets de la cafetería-- no han sido lo suficientemente precisas para la jueza, que le ha pedido más claridad varias veces.

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