Refugiadas somalíes en Dadaab
REUTERS / BAZ RATNER
Actualizado: jueves, 21 diciembre 2017 8:32

MADRID, 21 Dic. (EUROPA PRESS) -

Miles de habitantes del campo de refugiados de Dadaab, donde siguen residiendo más de 240.000 somalíes, han sufrido presiones para volver a Somalia, a pesar de que en su país de origen encaran "una situación de inseguridad, sequía y hambre" que dista mucho de la visión que intentan vender las autoridades kenianas.

El informe 'Not Time to Go Home' ('No es hora de volver a casa') recoge que los retornos se han acelerado de manera masiva desde que el Gobierno de Kenia anunció que iba a cerrar en mayo de 2016 el que llegó a ser el mayor campo de refugiados del mundo. Un equipo de investigación ha entrevistado a personas que dan cuenta de las "terribles condiciones" que se han encontrado a su vuelta a Somalia.

La directora de Amnistía para los derechos de las personas refugiadas y migrantes, Charmain Mohamed, ha asegurado que "el Gobierno keniano ha exagerado la mejora de la situación en materia de seguridad en Somalia" en su afán por fomentar los retornos, "pero la triste realidad es que en muchas partes de país abundan todavía la violencia y la pobreza".

"Muchas (personas) se encuentran ahora de nuevo en la misma situación desesperada de la que huyeron y sin poder aún regresar a sus hogares", ha señalado Mohamed, que ha emplazado al Gobierno keniano a abstenerse de ciertos mensajes y "centrarse en seguir brindando protección a las personas refugiadas somalíes".

De lo contrario, ha añadido Mohamed, Kenia "se arriesgará a pisotear las normas internacionales, que establecen que sólo se puede hacer regresar a las personas refugiadas si su seguridad y dignidad están garantizadas". Según la ONU, más de la mitad de la población somalí necesita asistencia humanitaria y hay 2,1 millones de desplazados internos.

Casi todas las personas retornadas entrevistadas por Amnistía Internacional han denunciado que no habían podido conseguir un alojamiento adecuado y muchas de ellas vivían en asentamientos para desplazados internos o alrededor de ellos.

"Si van a nuestras casas verán gente que lleva al menos tres días sin comer nada", ha contado Igal, un hombre de 40 años que volvió a Baidoa tras marcharse de Dadaab junto a sus seis hijos.

"PODEMOS PASAR DÍAS SIN AGUA"

Amina, de entre 30 y 40 años, huyó a Dadaab en 2011 debido a la sequía y tras ser repatriada a Baidoa con su marido y sus siete hijos se ha encontrado con que el agua sigue siendo su "mayor problema". "Un bidón de agua sucia nos cuesta 7.000 chelines (12 dólares). Podemos pasar días sin agua", ha relatado.

La falta de agua potable provocó en Somalia un brote de cólera que se ha cobrado al menos 1.155 vidas entre enero y julio de 2017.

A este contexto se suma, además, una grave situación de inseguridad alimentaria, por lo que la mayoría de los retornados dependen de paquetes de asistencia y de la ayuda humanitaria para conseguir alimentos. Muchos de los refugiados que han vuelto han contado que se marcharon de Dadaab debido a la reducción de servicios y de las raciones de la comida repartida por el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

Amnistía ha lamentado la falta de apoyo de la comunidad internacional y la considerable reducción de fondos para las personas refugiadas en Kenia. El llamamiento del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) para 2017 solo se ha financiado en un 29 por ciento, a lo que se ha sumado la "falta crónica y constante de financiación" al PMA.

Amnistía Internacional ha pedido a la comunidad internacional que preste al Gobierno de Kenia asistencia técnica y económica y apoye la búsqueda de soluciones duraderas para la integración de los refugiados, lo que pasa también por aumentar el número de plazas de reasentamiento y vías alternativas.

"En vez de empujar a las personas refugiadas a una crisis humanitaria, el Gobierno keniano debe buscar soluciones sostenibles, e incluso ofrecer oportunidades de integración local en Kenia, pero no puede hacerlo solo", ha subrayado Mohamed.

La responsable de la ONG ha recalcado que "la comunidad internacional tiene que intensificar su respuesta, que hasta ahora ha sido lamentable y ha contribuido a aumentar el sufrimiento de las personas refugiadas y retornadas". "La necesidad de compartir la responsabilidad es más evidente que nunca".

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