Cómo es la primera experiencia en Internet de un keniano

Actualizado: martes, 18 abril 2017 10:41

   MADRID, 18 Abr. (EDIZIONES/Portaltic) -

   Hoy en día, tres mil millones de personas navegan online, pero que una persona se conecte por primera vez a Internet de manera saludable no es una tarea fácil, a pesar de lo que a uno le pueda parecer. La experiencia de un acceso sano a la red depende de multitud de variables, como la ubicación geográfica, el género, la riqueza o el nivel cultural, entre otras.

Para casi cualquier persona del llamado primer mundo, Internet es un lugar abierto y seguro: se puede navegar por la web sin mucha complicación, entendiendo lo que se tiene delante y con la capacidad más o menos desarrollada para evitar entrar en sitios realmente peligrosos.

Sin embargo, para una persona de Kenia con un nivel de ingresos reducido, que utiliza un smartphone por primera vez, Internet suele ser una limitada colección de apps en una lengua que no conoce y que además tiene unos costes elevados por el uso de la propia conexión.

Los individuos del primer mundo hemos incorporado el uso de datos a nuestra vida diaria. Las primeras generaciones en hacerlo tuvieron más dificultad a la hora de aprender a manejarse, pero hoy en día ya se da por sentado que una persona tiene Internet y un ordenador o 'smartphone' en casa (al menos) y que sabe cómo utilizar los recursos de los que dispone.

Los países en vías de desarrollo y, sobre todo, aquellos que forman parte de lo que se conoce como tercer mundo lo tienen más complicado. No todos tienen a su disposición las herramientas necesarias para acceder a cualquier cosa 'online' y muchos de ellos ni siquiera han visto de cerca cómo ha ido evolucionando la tecnología y en qué posición se encuentra hoy en día.

El Digital Skills Observatory es un proyecto de investigación creado por la Fundación Mozilla para analizar el impacto de las herramientas digitales en las personas a través de teléfonos móviles inteligentes. Uno de sus propósitos es entender qué tipo de límites tienen los kenianos que utilizan un aparato con conexión a Internet por primera vez. Con este análisis lo que buscan es conocer qué educación necesitan para superar las barreras encontradas y que puedan navegar de forma correcta y saludable.

LAS CLAVES DEL ESTUDIO

El estudio de la Fundación Mozilla ha estado en pie durante 12 meses, desde enero de 2016 hasta diciembre del mismo año. Se ha desarrollado en 7 regiones diferentes de Kenia y ha contado con la participación de 188 personas.

Todas las personas tenían la misma base. Se trataba de gente de entre 18 y 35 años sin recursos económicos que sobrevivían con un máximo de 5 dólares al día. Los participantes procedían tanto de áreas urbanas como rurales, de modo que el estudio podía tener en cuenta el factor “ubicación” para expresar las conclusiones.

El objetivo principal del estudio era entender cómo funcionaba la gente durante un año a través de sus experiencias tecnológicas. Si el ambiente les influye, si saben usar o no Internet, si su calidad mejora o empeora, si les sirve para mejorar comunicación o educación, etc.

“En el caso de los usuarios primerizos de ‘smartphones’ en Kenia, la gama baja es lo único accesible. Conforme los teléfonos se han ido volviendo más accesibles financieramente hablando, los móviles se han convertido en una puerta abierta hacia un mundo nuevo lleno de posibilidades digitales. Por ello es importante que este tipo de usuarios desarrollen las habilidades necesarias para sacarles partido, de manera saludable, a los dispositivos”, se puede leer en el estudio.

Por ello, otro aspecto importante del estudio es su enfoque hacia el futuro, hacia cómo mejorar la digitalización de los kenianos para que ésta, a su vez, fuera un puente hacia un mayor desarrollo económico y educacional.

¿CÓMO ES LA PRIMERA EXPERIENCIA EN INTERNET DE UN KENIANO?

Dado el tipo de proyecto del que hablamos, no es raro que la primera experiencia no haya sido muy favorable, aunque sí que hay aspectos que han llamado bastante la atención.

Para empezar, el género importa más de lo que puede parecer. Los hombres ejercen influencia en las mujeres y dictaminan cómo estas utilizan las aplicaciones y servicios (controlando el uso e incluso obligando a no seguir utilizándolos, por ejemplo). La brecha entre hombres y mujeres es algo real no solo en el uso puro y duro, sino también en la propia compra del teléfono (más aún si es el hombre quien tiene el peso financiero de la relación). La mujer, por tanto, está más cohibida.

Sin tener habilidades digitales de ningún tipo, esta tecnología empeora los problemas sociales y financieros en lugar de mejorarlos. Los kenianos no conocen métodos para prevenir fraudes o robos de datos personales ni tampoco qué tipo de sitios web son seguros y cuáles no, por lo que tienen un riesgo aún mayor de sufrir ciberataques.

Para evitar pagar un coste muy elevado por los datos móviles, los kenianos utilizan ciertos métodos arriesgados en su día a día, como es el hecho de compartir aplicaciones vía Bluetooth, algo que les lleva a usar programas no actualizados con las consiguientes vulnerabilidades de seguridad. Todo esto conlleva a que el impacto económico de sus acciones pueda ser devastador, ya que de por sí se encuentran en una situación precaria.

El idioma y el uso de Internet van de la mano: la Web está principalmente en inglés, algo nada fácil de entender para una población que habla suajili o sheng. Si los portales y servicios estuvieran en un lenguaje coloquial que usen en su vida diaria, les sería mucho más cómodo adaptarse a la tecnología y aprenderían todos sus entresijos con mayor facilidad.

Los participantes se encontraron con una web muy centralizada donde ciertas compañías como Google o Facebook controlan el acceso a las aplicaciones, a los canales de comunicación y más. Esto para aquellos que estamos familiarizados con Internet es normal, pero ellos sintieron que las posibilidades de navegación eran menores y les costó comprender el cómo y el por qué de lo que tenían ante ellos.

Para subsanar estos problemas, el estudio concluye con que hay un conjunto de 53 habilidades que se pueden enseñar para reducir barreras y aumentar las oportunidades online, como por ejemplo la gestión del uso de datos, editar los ajustes del teléfono, restablecer contraseñas, indicativos de contenido fraudulento, etc.

“Las habilidades digitales son fundamentales, pero no son la panacea. Más allá de la alfabetización digital, los ciudadanos deben tener acceso a una tarifa de datos y a una tecnología a un precio asequible. La necesidad de percibir el valor de utilizar está tecnología también es importante”, explican desde la Fundación Mozilla.

Internet no es seguro si no se conoce absolutamente nada sobre el tema. Se convierte en una prolongación de la sociedad o de la persona que lo está usando, generando problemas mayores antes que soluciones. Es importante un acceso universal, sostenible y saludable en todo el mundo para que la globalización genere oportunidades o un aumento en la calidad de vida de los habitantes de cualquier país, como los kenianos