Huelva.- El obispo anima a los sacerdotes que renuevan sus promesas" a hacer de la vida un ministerio de amor"

Actualizado: martes, 18 marzo 2008 16:10

HUELVA, 18 Mar. (EUROPA PRESS) -

El obispo de Huelva, José Vilaplana, animó hoy a "hacer de la vida un ministerio de amor al servicio de la comunidad cristiana" a los sacerdotes que renovaron sus promesas en el transcurso de la Misa Crismal celebrada en la Catedral onubense.

Según informó el Obispado en una nota, Vilaplana, en su homilía, felicitó "efusivamente" a los sacerdotes diocesanos Juan Mairena Valdayo, Manuel Mateos Domínguez y Antonio Martín Carrasco y a los padres Crescense Manso y Juan Radice, que cumplen 50 años de ministerio sacerdotal al servicio de la Iglesia. Además, tuvo un recuerdo emocionado para los tres sacerdotes fallecidos desde la pasada Misa Crismal, Ildefonso Calero, Domingo Velardo y Antonio Barba.

Vilaplana presidió esta celebración acompañado del Obispo Emérito de la Diócesis de Huelva, Ignacio Noguer Carmona, y el Obispo Auxiliar de la Archidiócesis de Valencia, Enrique Benavent Vidal, con la participación de más de 160 sacerdotes, diáconos y seglares de toda la Diócesis que hacían presente a todos los arciprestazgos de Huelva capital, el Condado, la Costa, el Andévalo, la Cuenca Minera y la Sierra.

La Misa Crismal constituye un momento importante en la vida de la Iglesia, ya que, en ella, se consagra el Santo Crisma con el que son ungidos los bautizados y confirmados, las manos de los nuevos sacerdotes y la cabeza de quienes son ordenados con el ministerio episcopal, además de los altares y templos nuevos. Se bendicen, también, el Óleo de los Enfermos que vivifica el alma y el cuerpo de los que están pasando por el trance de la enfermedad, y el Óleo de los Catecúmenos que fortalece el compromiso de vida cristiana de los bautizados en su lucha contra el mal.

En esta celebración han participado muchos fieles procedentes de toda la geografía de la Diócesis. Al final, el Obispo agradeció la asistencia de todos y exhortó a los sacerdotes a "cuidar con celo los óleos que les entregaba en sus respectivas comunidades, para que sean signo de la acción de Dios en medio de su pueblo".