Los expertos alertan del estrés como factor de riesgo para sufrir un infarto por encima incluso del tabaco

El doctor Carlos Arias es uno de los coordinadores del servicio de Cardiología del Quirónsalud Sagrado Corazón.
El doctor Carlos Arias es uno de los coordinadores del servicio de Cardiología del Quirónsalud Sagrado Corazón. - QUIRONSALUD
Publicado: jueves, 3 noviembre 2022 13:02

SEVILLA, 3 Nov. (EUROPA PRESS) -

Expertos en cardiología del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón alertan de la relación existente entre el estrés emocional y el desarrollo de una enfermedad cardiovascular. La incertidumbre económica "produce en las personas un aumento del estrés al ver que se incrementan los precios y que sus salarios se han visto reducidos de forma drástica y con la incertidumbre de no saber si van a poder seguir afrontando estos gastos.

La Fundación Española del Corazón (FEC) llamaba la atención recientemente sobre la prevalencia de este factor de riesgo entre la población española. Según una encuesta, el estrés (17,4%) ya tiene más prevalencia como factor de riesgo cardiovascular que el tabaquismo (15,9%). La FEC concreta que el estrés es el tercer factor de riesgo entre las mujeres, con un 21,8%; el segundo entre los jóvenes entre 16 y 35 años, con 20%, solo por detrás del tabaquismo, y, además, es el factor de riesgo con más prevalencia entre las personas que viven en núcleos de población de más de 100.000 habitantes, con un 19,2%.

"La situación actual favorece la aparición de este estrés que repercute de forma negativa en el mantenimiento de una vida lo más o menos ordenada basada en hábitos saludables con constancia", afirma el centro sanitario este jueves en una nota de prensa. Esto provoca, continúa, que, cuando los niveles de estrés son altos, aparezcan malos hábitos alimenticios, una disminución en la actividad física y un escaso descanso nocturno, favoreciendo, así, a la aparición de los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares.

Los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares se dividen en dos grupos. Por un lado, los factores no modificables, como la edad, el sexo y la herencia genética, los cuales por sí solos "no suelen ser causas suficientes para sufrir un infarto". Y por otro, los factores modificables, aquellos que pueden aparecer por causa directa del estrés como son la hipertensión arterial, el tabaquismo, niveles altos de colesterol, la diabetes, el sobrepeso/ y el sedentarismo.

La relación entre estrés y la posibilidad de sufrir un infarto de miocardio es "directa" cuando las personas sufren un episodio de estrés agudo. En esta situación, se puede disparar el proceso de fisura, erosión o rotura de placas arterioscleróticas ya existentes y el desarrollo de un trombo oclusivo provocado por un exceso de adrenalina en sangre.

En este sentido, los doctores Manuel González Correa y Carlos Arias Miranda, coordinadores del servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón, remarcan que, actualmente, las Guías de Práctica Clínica, en las que los profesionales médicos basan sus recomendaciones terapéuticas, consideran el estrés como un factor de riesgo cardiovascular. Se recomienda su abordaje como medida de prevención de las enfermedades cardiovasculares.

Los expertos siguen recalcando la importancia de la prevención, poniendo el foco en llevar una dieta sana, realizar ejercicio físico de forma regular de una intensidad adaptada a cada persona, evitar el estrés y otros hábitos nocivos como el consumo de alcohol y tabaco. Además, de esto, es igual de importante que cualquier persona contacte con atención sanitaria en caso de presentar síntomas compatibles con un infarto de miocardio.

Con esto, los doctores González Correa y Arias Miranda destacan los avances del diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, "en especial, la implementación del denominado código infarto, que permite una rápida actuación médica y que ha conseguido una mejoría en cuanto a los términos de mortalidad de la enfermedad, sobre todo intrahospitalaria". Todo ello con el propósito de seguir favoreciendo al descenso progresivo de las enfermedades cardiovasculares, que a día de hoy, afecta a más de diez millones de persona en España.

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