El acusado de asesinar a un hombre en Valmojado (Toledo) asegura que fue "un acto legítimo de defensa"

Actualizado: lunes, 6 julio 2009 16:56

La Defensa pide localizar de forma "urgentísima" a los testigos, ya que "teniendo en cuenta sus antecedentes podrían estar en la cárcel"

TOLEDO, 6 Jul. (EUROPA PRESS) -

Santiago M.D., de 34 años, acusado de asesinar a un hombre en Valmojado (Toledo), dejó claro hoy que en la noche de los hechos, ocurridos el 31 de octubre de 2005, "en mi casa no se cometió un crimen, sino un acto legítimo de defensa" y que en ese momento se encontraba en un estado de sock "increíble".

Durante el juicio que hoy comenzó en la Audiencia Provincial de Toledo por esta causa, el acusado explicó que en la noche de los hechos vio "por casualidad" la silueta de dos personas aproximándose a su finca, razón por la que cogió un arco con flechas, un cuchillo y un foco-linterna con la intención de defenderse, "porque aquella situación no pintaba bien".

De este modo, Santiago M.D., que en todo momento expresó su arrepentimiento por no haber llamado a la Policía, salió de la casa con el propósito de conocer las intenciones de aquellos individuos quienes, según dijo, se identificaron como policías y señalaron que "venían recomendados".

Seguidamente, el acusado recordó frases como "te vas a comer el arco" o "verás la Dianita, verás", refiriéndose a la esposa del acusado, que en esos momentos se encontraba dentro de la casa con una escopeta de perdigones, con la que, en un momento determinado de la reyerta, realizó tres disparos al aire para proteger a su esposo.

El acusado explicó que dos personas, identificadas como L.M.L.M --el fallecido--, y R.M.P., que resultó herido tras el encontronazo con Santiago M.D., entraron en las inmediaciones de la finca rompiendo supuestamente, con una cizalla que no se ha llegado a encontrar, la cadena de la valla.

El acusado dejó claro que temió por su vida y por la de su esposa, ya que los dos individuos le rodearon, uno con una pistola y otro, según dijo, con una cizalla, con la que le golpeó, y negó --a preguntas del Ministerio Fiscal-- que las heridas de las víctimas fueran hechas a propósito.

En este punto, explicó que esas heridas se realizaron en el transcurso de la pelea, ya que él blandía un cuchillo "que movía en el aire para intentar quitar la pistola a uno de ellos" y explicó que el otro hombre intentó abalanzarse sobre él, clavándose "fortuitamente" el cuchillo.

Preguntado por las otras personas --identificadas como J.F.M.G. y R.R.G.-- implicadas en el allanamiento de la vivienda, con el objeto de robar marihuana que el acusado cultivaba para su consumo personal, el imputado negó en todo momento haber mantenido anteriormente alguna relación comercial de tráfico de drogas con ninguno de ellas.

El acusado explicó que tres años antes de los hechos mantuvo una discusión con J.F.M.G. debido a que "quería comprarme marihuana, pero yo no quise, porque es para mi uso personal". Ahí, J.F.M.G. le amenazó diciéndole que tuviese cuidado y advirtiéndole de que iba a mandar a alguien a robar la marihuana.

Sobre este asunto, el acusado reiteró en varias ocasiones que fue una "discusión, sin más, que ocurrió tres años antes" de los hechos, y tras la que rompieron su contacto. "Yo no he tenido negocios con nadie", aseguró.

También mencionó que le resultó "raro e inusual" que una furgoneta estuviese merodeando alrededor de la finca durante esos días, y por eso decidió aparcar por las noches su furgoneta, por seguridad, pegada a la valla de acceso a la finca donde vivían. Dejó claro también que hasta el día en que declaró en la Comisaría de Policía de Móstoles (Madrid), donde se entregó después de nueve días tras ser recurrido por las autoridades, no supo quiénes eran dichas personas.

VIAJE DE 9 DÍAS

Durante esos días, el acusado y su esposa viajaron a Ávila y a Asturias, donde se enteró de la muerte de L.M.L.M. a través de las noticias, pero no la relacionó con el incidente ocurrido en su casa hasta que contactó con su madre, quien le dijo que la policía le buscaba. Inmediatamente, cogió un autobús y se presentó en la Comisaría de Policía de Móstoles, avisando que iba de camino, tal y como constató un funcionario de dicha Comisaría.

Después de los hechos, el acusado decidió enterrar el cuchillo y la pistola --en los que, según la Policía Científica, no se encontró ninguna huella-- "por si algún día tenía que presentarla" ante la autoridad, como así ocurrió nueve días después.

Sobre las inspecciones oculares, diferentes funcionarios de policía recordaron la existencia de una furgoneta prácticamente pegada a la verja, a través de la cual se identificó al acusado, y unas gotas de sangre cercanas a la valla de acceso, así como un eslabón roto de la cadena que cerraba dicha verja, "probablemente con una cizalla".

Una vez que se acercaron hasta la propiedad, ya con el acusado, éste les indicó el lugar donde enterró el cuchillo y la pistola, así como los diferentes objetos que se utilizaron durante la pelea en el interior de la casa, que estaban "sin esconder".

Hoy también acudió a declarar el celador del Hospital de Móstoles que salió a la puerta de Urgencias a recibir a los dos heridos, que entraron por su propio pie. Según explicó, anotó la matricula de la furgoneta que los trasladó al hospital porque "me llamó la atención que no se quedaran con los heridos y se fueran sin querer saber nada", señaló.

Por su parte, uno de los funcionarios de policía explicó que en su primera declaración, R.M.P. explicó que habían tenido una incidencia con unos marroquíes, pero se demostró que no decía la verdad. Una vez localizados los otros dos ocupantes de la furgoneta, contaron su versión de los hechos, manifestando que sí que conocían al acusado, al que anteriormente habían comprado droga. También dejaron claro que ellos no habían sido testigos directos de lo ocurrido, porque estaban en la furgoneta.

DEFENSA

El abogado de la Defensa, Marcos García Montes, quien pidió que el acusado quede en libertad "en cuanto pase el juicio", explicó que "lo importante es que ha quedado acreditado por los policías que Santiago M.D., una vez que tuvo conocimiento de que le buscaba la policía, llamó inmediatamente y se presentó en la Comisaría, donde le detuvieron voluntariamente tras su comparecencia".

García Montes resaltó la colaboración con la policía de su defendido, quien también indicó "dónde se encontraba enterrada la pistola", y avanzó que, si no declaran los testigos, "va a haber novedades", ya que después de realizar un seguimiento del arma, señaló que "posiblemente, es muy cercana a un familiar de uno de los testigos".

En declaraciones a los medios, el abogado señaló que el acusado "podía haber hecho desaparecer todo" pero no lo hizo y resaltó que las gotas de sangre encontradas, a un metro fuera de la valla de la casa, "no significan que ese fuera el lugar de los hechos".

El abogado aludió, de otro lado, a los antecedentes de las cuatro víctimas, de tráfico de drogas, detención ilegal, robos, robos con violencia, robos con fuerza en las cosas, lesiones, coacciones, amenazas, tenencia de armas, municiones y explosivos y hurto.

También pidió que se localice de forma "urgentísima" a los testigos, a los que no se ha localizado en su domicilio, "lo que no significa que estén huidos", pues "es más que previsible" que estén presos por otros motivos teniendo en cuenta sus antecedentes penales.

Si finalmente se demostrase que están ilocalizables, explicó que entonces se abrirían diligencias "y podría suspenderse el juicio, algo que, a quien más perjudicaría sería a mi defendido, que lleva en prisión preventiva casi cuatro años".

El Ministerio Fiscal pide, por su parte, una pena de 20 años de prisión por el asesinato de L.M.L.M., así como cinco años por un delito de lesiones.