Archivo - El paso del Cristo Camino del Calvario y el paso de Nuestra Señora de las Angustias durante la procesión del Encuentro de la Santísima Virgen con su hijo en la Calle de la Amargura, a 4 de abril de 2023, en Valladolid, Castilla y León (España) - Joaquín Rivas - Europa Press - Archivo
VALLADOLID, 6 Abr. (EUROPA PRESS) -
La Semana Santa de Valladolid es más que un museo en la calle, es el ADN de los vallisoletanos, de una ciudad que late al mismo ritmo, "que se entrega con fervor" ante una imaginería "inigualable" envuelta en un "silencio atronador" a través de siglos de historia.
En la ciudad del Pisuerga, "el silencio no es ausencia de emoción sino una declaración de respeto, un idioma compartido por generaciones, es el sentimiento de recogimiento y fervor", según ha asegurado a Europa Press Diego Arias 'Mader', de 'Valladolid Cofrade'.
La Semana de Pasión vallisoletana se ha consolidado como "un auténtico museo en la calle" debido a, como describe 'Mader', su "riqueza artística, con imágenes del siglo XVI y XVII de los grandes escultores del barroco como Gregorio Fernández o Juan de Juni" que representa una "imaginaría inigualable".
Pero no sólo la imaginería castellana da sentido y está en el ADN a la Semana Santa de Valladolid. El olor del incienso, el sonido de un tambor, las miradas al buscar en la penumbra la silueta de un paso y "los recuerdos indescriptibles que te retrotraen a la infancia", es la "verdadera" definición de la Semana Santa, tal y como explica 'Mader' al recordar su niñez, cuando sus padres le llevaban a comprar la palma el Domingo de Ramos.
MUCHO MÁS QUE UNA TRADICIÓN
Hablar de la Semana Santa vallisoletana es hablar de una ciudad que se transforma, "un acontecimiento que acoge a diferentes tipos de personas, cada una con su intención o su interés", según ha aseverado la concejala de Turismo, Blanca Jiménez."Se trata del evento más plural de la ciudad, es historia, patrimonio, un lazo que une a generaciones", ha aseverado Jiménez.
Si algo ha convertido a la Semana Santa de Valladolid en un "referente" y en una celebración que nadie se pueda perder es "su impresionante imaginería", donde "el Museo Nacional de Escultura literalmente sale a la calle", ha resaltado Jiménez.
Algunos de los pasos más emblemáticos, como 'Sed Tengo', 'El Santo Sepulcro' o 'El entierro de Cristo', forman parte de este "museo al aire libre" y, por unos días estas realistas y sobrecogedoras imágenes "cobran vida en las calles".
IMPACTO ECONÓMICO
La celebración de la Semana Santa es "emoción, tradición y sentimiento" pero también en la llegada de miles de visitantes que cada año visitan la ciudad atraídos por su celebración, "lo que genera un impacto económico superior a los 21 millones de euros" y da valor a todos esos sectores relacionados con la Semana de Pasión, como hoteleros y hosteleros, según los datos ofrecidos pro el presidente de la Junta de Cofradías, Miguel Vegas.
Para la ciudad, estas fechas forman parte de "un tejido social" que evidencia la capacidad de cooperación y organización que tienen los vallisoletanos al realizar "un esfuezo especial" que, según Vegas demuestra la "devoción de un pueblo".
UNA TRADICIÓN QUE NUNCA SE MARCHITA
Los números de la Semana Santa vallisoletana refuerzan su magnitud con 20 cofradías, 65 pasos procesionales y más de cinco siglos de historia documentada. La solemnidad con la que los cofrades portan los pasos, el respeto del público, cada detalle y sus peculiaridades hacen de Valladolid un epicentro de la Semana Santa desde el punto de vista patrimonial, cultural, turístico y emocional.
Este sentimiento es un legado que no se marchita con el tiempo, que está arraigado en la identidad de la ciudad al ser "inmarcesible, inmarchitable" y tener la capacidad de "permanecer en el tiempo con esa solera, con ese sabor que ha sido capaz de llegar hasta el siglo XXI", explica Jiménez.
Valladolid no depende de sus imágenes ni se limita a mostrar su patrimonio, sino que resurge con el sentimiento de quienes la viven, la recuerdan y la proyectan hacia el futuro "en su manera de vivir y sentir".
La Semana de Pasión vallisoletana está presente en cada silencio atronador, en cada vela encendida, en cada palma bendecida, en cada olor provocado por el incienso y en cada latido de un pueblo unido bajo una misma razón: vivir una Semana Santa con un ADN único.