Una sequía bíblica se abatirá sobre Estados Unidos a mitad de siglo

Sequía
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Actualizado: viernes, 13 febrero 2015 10:56

MADRID, 13 Feb. (EUROPA PRESS) -

   Durante la segunda mitad del siglo XXI, el suroeste de Estados Unidos y las Granes Llanuras se enfrentarán a la peor sequía persistente vista en los tiempos antiguos o modernos.

   Estas condiciones se deberán principalmente por el calentamiento global inducido por el hombre, según predice un nuevo estudio.

   La investigación señala que la sequía superaría en severidad cualquiera de las "megasequías" de décadas de duración que ocurrieron mucho antes durante los últimos mil años, una de los cuales ha sido vinculada por algunos investigadores con la disminución de los Anasazi o antiguos pueblos en el meseta de Colorado a finales del siglo XIII.

   Muchos estudios ya han predicho que el suroeste podría secarse debido al calentamiento global, pero el nuevo estudio, que se presentará en la edición inaugural de la nueva revista digital 'Science Advances', editada por la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, apunta que esa sequía podría superar las peores condiciones de un pasado lejano. El impacto hoy sería devastador, dada la muy extensa población de la región y el uso de los recursos.

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   "Somos los primeros en hacer este tipo de comparación cuantitativa entre las proyecciones y el pasado lejano, y la historia es un poco sombría", subraya Jason E. Smerdon, coautor y científico del clima en el Observatorio Terrestre Lamont-Doherty, parte del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, en Nueva York, Estados Unidos. "Incluso cuando se elige el peor periodo dominado por una megasequía, las proyecciones del siglo XXI hacen que las megasequías parezcan pintorescos paseos por el jardín del Edén", detalla.

   "Lo más sorprendente para nosotros fue realmente cómo fue de constante la respuesta sobre estas regiones, casi sin importar qué modelo se utilizó o los metros de humedad del suelo que vimos", explica el autor principal Benjamin I. Cook, del Instituto Goddard de Estudios Espaciales y el Observatorio Terrestre Lamont-Doherty. "Todo mostró esta sequía muy, muy importante", afirma.

   En la actualidad, 11 de los últimos 14 años han sido años de sequía en gran parte del oeste de Estados Unidos, incluyendo California, Nevada, Nuevo México y Arizona, y a lo largo de las llanuras del sur de Texas y Oklahoma, según el Monitor de Sequía de Estados Unidos, una colaboración de agencias del Gobierno estadounidense.

   La actual sequía afecta a más de 64 millones de personas en el suroeste y en las planicies del sur, según la agencia norteamericana del espacio (NASA, por sus siglas en inglés), y muchas más están indirectamente afectadas por los impactos en las regiones agrícolas. La disminución de los suministros de agua ha obligado a los estados occidentales a imponer restricciones de uso del agua; los acuíferos se están situando en niveles insostenibles y los principales embalses superficiales como los lagos Mead y Powell se encuentran en niveles históricamente bajos.

   La capa de nieve de este invierno en las sierras, una importante fuente de agua para Los Ángeles y otras ciudades, está a menos de una cuarta parte de lo que las autoridades llaman un nivel "normal", según un informe de febrero, del Departamento de Agua y Energía de Los Ángeles. El año pasado, funcionarios del agua de California cortaron el suministro de agua desde la parte norte del estado hacia el sur, obligando a los agricultores en el Valle Central a dejar cientos de miles de hectáreas sin plantar.

   "Los cambios en las precipitaciones, la temperatura y la sequía y las consecuencias que tienen para nuestra sociedad, que depende críticamente de nuestros recursos de agua dulce para los alimentos, la electricidad y la industria, es probable que sean los impactos climáticos más inmediatos que experimentemos como resultado de las emisiones de gases de efecto invernadero", señala Kevin Anchukaitis, investigador del clima en la Institución Oceanográfica Woods Hole.

   Gran parte de nuestro conocimiento sobre sequías pasadas proviene de un amplio estudio de los anillos de árboles realizado por el científico de Lamont-Doherty Edward Cook (el padre de Benjamin) y otros, que en 2009 creó el Atlas de la Sequía de América del Norte. El atlas recrea la historia de la sequía durante los 2.005 años anteriores, a partir de cientos de cronologías de anillos de árboles, recogidas de decenas de miles de muestras de árboles en todo Estados Unidos, México y partes de Canadá.

   Para el estudio actual, los científicos emplearon datos de los atlas para representar el clima del pasado y aplicaron tres medidas diferentes para la sequía: dos mediciones de humedad del suelo a diferentes profundidades y una versión del Índice de Severidad de Sequía de Palmer, que mide la precipitación, la evaporación y la transpiración (laa entrada neta de agua en la tierra).

   Aunque algunos han cuestionado la precisión con la que el Índice de Sequía de Palmer refleja verdaderamente la humedad del suelo, los investigadores descubrieron que coincidía también con otras medidas y que "proporciona un puente entre los modelos [climáticos] y la sequía en observaciones", asegura Cook.

   Los investigadores aplicaron 17 modelos climáticos diferentes para analizar el futuro impacto del aumento de las temperaturas medias en las regiones y compararon dos escenarios diferentes de calentamiento global: uno con "lo de siempre", la proyección de un continuo aumento de las emisiones de los gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global, y un segundo en el que se moderan las emisiones. Por la mayor parte de esas medidas, llegaron a las mismas conclusiones.

   "Los resultados son muy desfavorables para la continuidad de la gestión de los recursos agrícolas y el agua como se realiza actualmente en las Grandes Planicies y el suroeste de Estados Unidos", lamenta David Stahle, profesor del Departamento de Geociencias de la Universidad de Arkansas y director del Laboratorio de Anillos de Árboles, quien no participó en el estudio, a pesar de que trabajó en el Atlas de la Sequía de América del Norte.

   Smerdon dijo que él y sus colegas están seguros de sus resultados. Los efectos del CO2 en una mayor temperatura media y la posterior conexión con la sequía en el suroeste y las Grandes Llanuras emergen como una "fuerte señal" en la mayoría de los modelos, independientemente de los indicadores de sequía que se utilizan, detalla, añadiendo que son coherentes con muchos estudios previos.

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