MADRID 3 Feb. (EUROPA PRESS) -
El ser humano se mueve más deprisa cuando reacciona ante algo inesperado en su entorno que cuando inicia el movimiento por si mismo, en concreto, 21 milisegundos más rápido, según un estudio del Consejo de Investigación de Ciencias de Biotecnología y Biológicas y la Universidad de Birmingham en Reino Unido. El trabajo se publica en la revista 'Proceedings of the Royal Society B'.
Según explica Andrew Welchman, director del estudio, "en nuestra vida diaria algunos de los movimientos que realizamos se deben a que decidimos hacerlos mientras que otros están forzados por la reacción ante algo".
Para comprobar si existían evidencias de que estos movimientos de reacción eran más rápidos los investigadores establecieron una competición entre dos personas a las que se desafiaba a presionar una fila de botones más rápido que un oponente. No había señal de inicio así que lo que les empujaba era su propia intención o una reacción de su oponente, como sucede en los duelos de pistoleros en las películas del oeste.
Los investigadores descubrieron que los participantes que reaccionaban ante su oponente ejecutaban el movimiento de media 21 milisegundos más rápido que aquellos que iniciaban el movimiento. Sin embargo, ellos no respondían de forma tan exacta en la prueba.
"Como una estrategia general de supervivencia, tener este sistema en nuestros cerebros que nos proporciona respuestas rápidas y toscas al ambiente parece muy útil. Estos 21 milisegundos podrían parecer una diferencia muy pequeña y probablemente no nos salvarían en el salvaje oeste porque el cerebro necesita alrededor de 200 milisegundos para responder a lo que el oponente está haciendo, pero podrían significar la diferencia entre la vida y la muerte cuando se intenta evitar un autobús en marcha", afirma Welchman.
Los investigadores intentan ahora esclarecer si hay dos procesos cerebrales diferentes para estos dos tipos de acción. Podrían existir algunas evidencias de ello en las personas con enfermedad de Parkinson, ya que para estos pacientes los movimientos intencionales son más difíciles de realizar que los reactivos. Esto podría ser la evidencia de que áreas particulares del cerebro afectadas por el Parkinson contribuyen a las acciones más intencionales que a las reactivas. Si esto fuera así, podrían desarrollarse algunos métodos para facilitar el movimiento en tales pacientes.