MADRID, 21 Mar. (EUROPA PRESS) -
El responsable y promotor de la organización Responsabilidad Global ('www.responsabilidadglobal.com'), Josep María Canyelles, achaca la 'eclosión' del fenómeno de la RSC a los escándalos financieros, el poder global de las grandes corporaciones, la presión y el escrutinio público, y otros desajustes e ineficiencias", que, a su juicio, "han actuado como aceleradores" del desarrollo que la responsabilidad social de las empresas ha experimentado en pocos años.
Durante su intervención el pasado viernes en una Jornada sobre RSC y buen gobierno organizada por el Colegio de Abogados de Barcelona, y dirigida a estos profesionales con el fin de abordar el concepto desde una perspectiva jurídica, Canyelles consideró que las causas fundamentales de esta evolución "cabe encontrarlas en el cambio del modelo de empresa basado en la nueva economía, la sociedad del conocimiento y el predominio de los activos intangibles".
En este sentido, conectó el actual 'boom' de la RSC con un nuevo modelo de empresa para el siglo XXI, lo que, en su opinión, hace que se descarte "cualquier interpretación relacionada con modas" y que se relacione más bien con la estrategia europea de la cumbre de Lisboa para desarrollar una economía del conocimiento que integre la cohesión social.
Según las conclusiones apuntadas por el Colegio de Abogados, la RSC afecta directamente "tanto a las empresas como a los profesionales", de forma que no sólo se venden productos y servicios para conseguir beneficios, sino que la actividad que desarrollan "se ve influenciada por el entorno económico, social y ambiental del que dependen". Precisamente, por ser parte del entorno social y medioambiental las compañías "están sujetas a responsabilidades y obligaciones hacia la comunidad".
DIMENSION RELEVANTE Y NECESARIA
En palabras del vicedecano del Colegio, Pedro Yúfera, la sensibilidad en matera de RSC crece atendiendo a la mayor conciencia sobre el impacto de las empresas en la sociedad, situando los criterios de buen gobierno como una dimensión "altamente relevante y necesaria" en la medida que han existido casos de escándalos financieros dónde de hecho "no se había vulnerado la ley".
Por su parte, el abogado y catedrático de Derecho Mercantil de ESADE, Miquel Trias, se refirió al problema que para el buen gobierno suponen las empresas de titularidad difusa, donde el accionariado "se limita a tener expectativas lucrativas sin capacidad de ejercer funciones de control y seguimiento", hecho que redunda en "una casi absoluta concentración de poder en el 'management'".
Para Trias, los escándalos financieros marcaron en este sentido, "un punto relevante". En la etapa 'pre-Enron', se elaboró el Código Olivencia, adaptación del Cadbury inglés, mientras que en la etapa 'post-Enron', nació el Informe Aldama, que se inspiró en la Sarbanes-Oxley Act. Según recordó, el actual proyecto de Código Unificado de Buen Gobierno ya cita explícitamente la RSC, en concreto en su artículo 8, y en España "se está combinando un abordaje regulatorio mixto, combinando las técnicas normativas tradicionales con las recomendaciones fundamentadas".
Aunque el profesor de ESADE valoró positivamente que en España se haya ido avanzando en Buen Gobierno, aún se da el hecho de que "algunas acciones puedan parecer más cosméticas que reales". Aún así, afirmó, "ningún código se ha atrevido aún a afrontar la división de funciones entre la figura del presidente y el consejero delegado".
La Jornada del viernes contó también con la presentación de casos empresariales concretos, con la participación, entre otros, del adjunto al consejero delegado de DKV, Carlos Martínez, el secretario general de Caja Cataluña, Josep Querol o el director de Desarrollo Organizativo de Danone, Xavier Liñán.