RSC.- Tribuna de Expertos: Olivier Longué, Director General de la Fundación Acción contra el Hambre

Actualizado: lunes, 12 febrero 2007 13:06

"Los retos sociales de las empresas"


MADRID, 12 Feb. (EUROPA PRESS) -

Desde el momento en el que arranca su actividad, la empresa asume una responsabilidad social frente a sus empleados, frente a sus clientes, a través de la calidad de su producto y servicio, o frente a su entorno (impacto medio ambiental) lo que la convierte en un actor social esencial para el desarrollo de una sociedad.

El tejido empresarial actúa como motor del crecimiento económico, a través de la creación de empleo y de la generación de riqueza propia del flujo económico. En China, por ejemplo, el empleo generado por las empresas ha, literalmente, arrancado de la pobrezas a millones de trabajadores. El crecimiento económico y su expresión empresarial siguen siendo la mejor arma de lucha contra la pobreza. En India, las medidas para modernizar el mercado laboral, muy marcado por el sistema de castas, están teniendo más impacto que todas las reformas sociales de los últimos 40 años.

Para sostenerse, el crecimiento requiere una capacidad de previsión y de gestión del riesgo. Esto se enmarca en la reflexión estratégica promovida en el Foro Económico Mundial de Davos, donde se han reunido este año posturas muy diversas en torno a temas tan vinculantes como el cambio climático. Las empresas están tomado conciencia de que el impacto medioambiental no es sólo una cuestión de costes de producción sino que podría llegar a tener un impacto sobre el futuro de la propia empresa. El cambio climático se integra en las condiciones externas que definen la capacidad de la empresa a la hora de producir riqueza.

Este es el gran paso hacia adelante que ha dado Davos este año. Muchas organizaciones ecologistas no han visto este cambio de mentalidad y se han conformado en criticar lo que han percibido, de forma errónea, como una "postura cosmética". Al final, las empresas llegarán a apoyar las medidas para reducir las emisiones de gases y presionarán a los gobiernos para que adopten medidas de control, no tanto para salvar al oso polar sino para proteger su propio negocio. Aunque este camino no sea el marcado por las ONG, producirá el cambio de actitud que tanto se esperaba.

El papel social de las empresas incide en la sociedad tanto de forma directa (creación de empleo) como indirecta (reducción de la contaminación por miedo al riesgo). Las políticas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) aportan otro valor añadido a este compromiso original de las empresas. Ésta amplia su papel social y decide intervenir en preocupaciones globales que, como la lucha contra el hambre, pueden ser rentables a largo plazo.

A partir de los años 90, los activistas de la lucha contra el SIDA empezaron a llamar la atención de las empresas sobre el riesgo que la pandemia representaba ya que entonces, la enfermedad tocaba más a los ejecutivos. Hoy afecta, sobre todo, a las mujeres y a los pobres.

Esta concienciación ha llegado a crear un dispositivo muy original como el Fondo Global contra el SIDA que actualmente cosecha grandes éxitos en la lucha contra esta enfermedad. Por ejemplo, en 2006, el 60% de la población enferma ha tenido acceso a un tratamiento. La Fundación Acción contra el Hambre busca un compromiso similar. El hambre cobra un precio innecesario a la humanidad, más de 30 millones de personas al año. Erradicar el hambre, además de su evidencia ética, debería formar parte del análisis de riesgo de las empresas porque genera una situación insostenible en un mundo cada vez más global.

Acción contre el Hambre colabora desde hace más de una década con muchas empresas siempre a través de una política de transparencia sometida a una auditoria tanto externa como interna. Obra Social Caja Madrid (a través de su innovador fondo de emergencia), Deloitte, Banesto y Accor Services son algunas de las empresas que han apostado por desarrollar colaboraciones eficaces, controlables y pertinentes a la hora de hacer retroceder el hambre en el mundo.

El hambre, como el SIDA, se puede erradicar, porque desde el siglo XXI, su cara más destructiva no está relacionada con la pobreza sino con la violencia, a veces también con los desastres naturales. Su expresión patológica, la desnutrición aguda, se desarrolla como una epidemia y se trata como una enfermedad, con una tasa de supervivencia que ronda el 100% cuando se atienden a los pacientes a tiempo. Este es el nuevo reto del hambre y la nueva conciencia social que deben integrar las empresas.

Olivier Longué.

Director General de la Fundación Acción contra el Hambre.