Actualizado 13/12/2007 15:30

Un alojado en un centro de Cáritas en Madrid cuenta cómo el alcohol le llevó a perder familia, trabajo y casa

Desde hace seis meses transita por las calles para encontrar trabajo

"La mayoría de la gente sale a flote pero tan sólo por periodos",


MADRID, 13 Dic. (EUROPA PRESS) -

Hace sólo seis meses, José tenía una familia, una mujer, una hija e, incluso, un piso que estaba apunto de terminar de pagar. Hoy, aunque no pierde la esperanza de que su familia, una vez le vea recuperado, recomponga su postura, se lamenta de que el alcohol le haya condenado a vivir en la calle.

En declaraciones a Europa Press, José afirma que ya está "recompuesto" porque ya no bebe, aunque aclara que "el alcohólico será alcohólico toda su vida". "El alcohol me ha llevado a perder mi familia y por supuesto mi piso que ya lo tenía pagado", asegura.

Durante toda su vida no ha hecho otra cosa que trabajar, ha sido camarero, jornalero en el campo, comercial, trabajador de mantenimiento y limpieza, pero después de pelearse con sus compañeros de trabajo, le echaron de su último puesto sigue sin encontrar trabajo. Sin embargo, él dice que, aunque no le importaría volver a llevar bandejas, todavía "le da miedo entrar en los bares", por tener el alcohol cerca y recaer.

MADRUGAR PARA BUSCARSE LA VIDA "COMO SEA".

Mientras se apoya en una estantería repleta de bártulos y maletas de sus compañeros en el centro específico de atención a personas sin hogar de Cáritas en Madrid, asegura que en "un día normal" se levanta a las 6 y media, se toma un café con galletas y sale a buscarse "la vida como sea".

Así, José agradece que haya centros como el Cáritas donde se les acoge porque, según apunta, los voluntarios y el personal le "tratan cómo a una persona", aunque reconoce que "les faltan medios" para la cantidad de gente que hay en la calle viviendo. "Hay mucha gente, más de lo que la gente y los organismos piensan, no hay más que irse a cualquier calle de Madrid para encontrarse con 50 ó 60 personas pidiendo", afirma.

PERFIL DEL ACOGIDO.

Una de las trabajadoras sociales del centro, Antonia, explica que la capacidad del centro de noche en "40 plazas, aunque en alguna situación un poco especial se amplia la acogida" porque las plazas son butacas reclinables, pero se ofrece una silla. "Si la persona acepta bien y sino se le ofrece otras alternativas", subraya.

Así, afirma que los usuarios del centro son personas inmigrantes en situación irregular, o con problemáticas de salud mental, adicciones a la heroína o cocaína, alcohol y situaciones de conflicto familiar o laboral.

Para los trabajadores de centros como éste existen casos de "personas que han salido" de esta situación, pero la mayoría de la gente "sale a flote" tan sólo por periodos o hace de su vida en la calle como una forma de vida. Incluso "hay alguna gente que al final ha muerto en la calle", apunta.