MANILA 11 Feb. (Reuters/EP) -
El Gobierno de Filipinas pidió hoy a sus soldados precaución en referencia a los tiroteos contra los secuestradores que retienen a tres trabajadores del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en el sur del país ya que, el pasado lunes, dos rebeldes musulmanes fueron abatidos y once soldados resultaron heridos en un tiroteo cuando las tropas gubernamentales intentaban cercar a un presunto secuestrador que mantiene a estos rehenes en el interior de la isla de Jolo, según manifestó el general Gaudencio Pangilinan.
"Las reglas del enfrentamiento son muy claras, a no ser que te disparen, no dispares", declaró Pangilinan a los periodistas en Manila después de que el CICR declarara que está "muy preocupado" por la seguridad de los cautivos después de recibir las noticias sobre el enfrentamiento en la zona.
"Como nos sea posible, evitaremos el enfrentamiento, ya que puede poner en peligro a los rehenes", anotó Pangilinan. "No podemos bombardearlos, no podemos disparar artillería a no ser que nos provoquen, sólo estamos dirigiéndolos a una zona específica", añadió.
Por su parte, el director de las operaciones del CICR en Asia y el Pacífico, Alain Aeschlimann, manifestó que está preocupado porque las comunicaciones con ellos han sido cortadas. "Aún esperamos que nuestros compañeros de allí nos confirmen que están bien", manifestó Aeschlimann en un comunicado, en el que señala que el último contacto que tuvieron con sus compañeros se produjo el pasado día 8.
Los trabajadores del CICR, el suizo Andreas Notter, el italiano Eugenio Vagni y la filipina Mary Jean Lacaba, fueron secuestrados el pasado 15 de enero, a poca distancia de la prisión de la isla de Jolo, en la que habían inspeccionado un proyecto sanitario y otro proyecto de aguas.
Abu Sayyaf, un grupo miliciano islámico, reivindicó su secuestró y pidió mantener negociaciones con el vicepresidente del país y los embajadores de Italia, Suiza y Qatar, pero el Gobierno de Filipinas ha rechazado la petición.
Pangilinan también manifestó que cientos de soldados han acordonado la zona donde la banda de secuestradores mantiene a los rehenes, intentando limitar los movimientos de los milicianos islámicos y controlando el flujo de comida y otros suministros hasta ellos.