Actualizado 10/11/2009 14:15

La defensa dice que la muerte de Nagore Laffage "no fue premeditada" y que no hubo alevosía

El acusado aprovechó la última palabra en la vista oral del juicio para volver a "pedir perdón"


PAMPLONA, 10 Nov. (EUROPA PRESS) -

El abogado defensor de José Diego Yllanes afirmó hoy que la muerte de Nagore Laffage es un homicidio en el que no hubo alevosía. Según manifestó, "no fue una muerte premeditada", y defendió que los hechos ocurrieron en un "lapso de tiempo muy corto".

La defensa de Yllanes, que pide para el procesado una pena de siete años de prisión por un delito de homicidio, centró hoy la séptima y última jornada de la vista oral del juicio por la muerte de Nagore Laffage el 7 de julio de 2008. Mañana a las 17 horas el juez enregará a los miembros de jurado el objeto del veredicto y a partir de esa hora quedarán incomunicados hasta que adopten una decisión.

En su exposición, el letrado defensor señaló que en sus años de experiencia laboral "nunca había presenciado un juicio de tamaña presión mediática", por lo que pidió a los miembros del jurado que se "olviden" de todo lo que hayan podido oir y ver fuera de la sala de vistas. Manifestó que la muerta de la joven irunesa es un "homicidio" y señaló que hasta la acusación particular da la opción de que alternativamente pudiera tratarse de un homicidio. "Tenemos dudas muy serias y fundadas de que hubiera alevosía", dijo.

Ruiz de Erenchun relató que el encuentro de José Diego Yllanes con Nagore Laffage fue "absolutamente casual" y señaló que el procesado "no tenía ni la más mínima intención de ligar esa noche, ni se buscaba un encuentro violento con una chica". Afirmó que todo ocurrió en poco tiempo y apuntó que las cámaras de vídeo reflejaban una hora antes de lo que en realidad era porque, dijo, no contemplan el cambio de hora de invierno y verano.

El letrado señaló que no hay constancia de la hora a la que subieron al piso y que podrían haberlo hecho en torno a las 9.30 horas. "Parece más lógico que no fueran directos, por muy liberales que fueran, me cuesta entender que tras decir una palabra al oído se fueran a acostar", dijo, y barajó la hipótesis de que pudieran dar un paseo por el parque de Yamaguchi o entraran a algún bar o cafetería.

A su juicio, en el piso pudieron estar 20 ó 30 minutos. Y lo avala, señaló, también el hecho de que no hay ninguna prueba de que la víctima estuviera inconsciente, "luego ¿qué estuvieron haciendo dos horas?". "No me atrevo a situar la hora pero el momento del piso fue mucho más breve de lo que se nos quiere hacer ver", insistió.

Sobre la llamada al 112 a las 10 horas realizada desde el teléfono del acusado, el abogado señaló que no hay pruebas de que la hiciera la víctima y manifestó que pudo ser Yllanes quien llamara. Relató así que el procesado pudo recibir la llamada de su madre, descolgarlo en "una situación de angustia porque sabe que acaba de quitar la vida a una chica inocente y no se atreve a decirle nada a su madre" para acto seguido, "traicionado por el subconsciente, llamar al 112" y "fruto de la angustia y la ansiedad" decir que la pudo "matar".

En este sentido, el abogado manifestó que lo lógico es que si hubiera sido la víctima la que llamara a Sos Navarra pidiera auxilio y socorro. Sobre que la madre de Nagore Laffage reconociera en esa llamada la voz de su hija, el letrado señaló que es "la testigo menos imparcial que ha pasado" por la vista oral. Y afirmó además que durante el juicio en ningún momento se ha hecho una prueba para descartar la voz de Yllanes.

Ruiz de Erenchun indicó, y recordó palabras del fiscal ayer, que si los golpes a Laffage y el estrangulamiento fueron seguidos "no hay alevosía", y afirmó que "no hay pruebas de que la joven estuviera inconsciente o semiinconsciente". Además, expuso, cuando existe alevosía "los medios que se utilizan han de ser buscados a propósito" y puso como ejemplo el uso de veneno y el tiro en la nuca.

Reconoció que es cierto que la víctima pudo defenderse poco, pero añadió que el acusado presentaba, tras los hechos, rasguños que eran compatibles con que la joven se hubiera defendido y marcas en los hombros que pudieran ser de golpes. "Nagore tenía fuerte carácter y en buena lógica era lícito pensar que pegó puñetazos", expuso, para señalar que el estrangulamiento se produjo con una única mano porque con la otra podría estar sujetando a la víctima. "Es una prueba de que hay una defensa débil, defensa al fin y al cabo".

Sobre la acusación de un delito de profanación del cadáver, Ruiz de Erenchun indicó que no se puede aplicar en este caso al acusado porque dicho delito conlleva "pretender mofarse del cadáver" y "no cortarle el dedo".

ATENUANTES

En su exposición, que se prolongó durante hora y media, la defensa defendió las cuatro atenuantes que ha presentado, reparación del daño, analógica de confesión, intoxicación y arrebato u obcecación. Sobre la primera, explicó que está recogida en el Código Penal. "No hay dinero en el mundo que pueda compensar la muerte de Nagore, la vida no tiene precio", dijo, pero señaló que en el actual sistema legal "hay que poner precio a la vida". La familia del acusado ha abonado en favor de la de la víctima 126.000 euros.

El letrado manifestó asimismo que "hay que valorar el perdón" que ha pedido el acusado. "Ha sido de lo más respetuoso con Nagore y en todo momento ha pedido perdón", dijo, para destacar su arrepentimiento desde el principio.

Ruiz de Erenchun explicó además que solicita la atenuante analógica de confesión porque aunque es una "confesión tardía, es relevante". Indicó que si bien es verdad que los padres convencieron a su hijo, "que pensaba en suicidarse", para que se entregara, él no huyó. "Estuvo a pocos kilómetros de Francia, pudo escapar y no lo hizo", indicó, para añadir que colaboró además con la reconstrucción de los hechos.

Destacó la importancia de que el acusado reconociera lo que hizo porque, manifestó, en realidad "la única prueba de que estranguló" a la joven de Irún es su propia confesión. "No hay ninguna prueba de José Diego en el cuerpo de Nagore", señaló.

En cuanto a la atenuante de arrebato u obcecación, señaló que ambos iniciaron una relación pasional y él "interpreta erróneamente los deseos de Nagore" lo que desencadena finalmente que él se volviera "loco". "Nos encontramos con que Nagore le dice que ni por asomo", momento en el que ella pudo pensar que el acusado iba a agredirla sexualmente."La intención de José Diego no era violarla, ahí se produce el malentendido", dijo el letrado quien sostuvo que puede que la víctima se pusiera "histérica". "Ambos pierden el control y no lo pueden reconducir, ella pudo amenazarle con decir que quería violarla, lo que él considera injusto y ahí entra en que el miedo tan intenso hace perder la razón", sostuvo.

Según añadió, "José Diego se volvió loco, pero no loco de enfermedad, sino al ver que estaba siendo injustamente acusado de algo que no tenía la más mínima intención". "¿Qué gana José Diego matando a Nagore? Nada, lo pierde todo. Pierde el trabajo, los amigos, todo. No obtiene ningún beneficio", dijo, para exponer que lo "llevará en su conciencia toda la vida".

Por último, sobre la atenuante de intoxicación, Ruiz de Erenchun señaló que el procesado estaba influencia por el alcohol. Recordó así que en la primera declaración de las amigas de Nagore, éstas "hablan de que estaba como ido, con los ojos muy abiertos, de que estaba influenciado" y hablan también de que ella estaba bien. "Luego se deduce que él estaba peor y ella presentaba una tasa de 1,12", apuntó.

Para finalizar la vista oral, el acusado, José Diego Yllanes, tuvo la palabra, que utilizó para volver a "pedir perdón" a Nagore, a la familia, a su propia familia y a toda la sociedad, con quien dijo sentirse "profundamente en deuda". Señaló que nadie puede quitar una vida, ni debe, ni tiene derecho a hacerlo y manifestó que él se siente ofendido porque su vida era ayudar a los demás. "Mis disculpas a todo el mundo", concluyó.