MADRID, 11 Ene. (EUROPA PRESS) - Fernando Muñoz recibió una llamada de la Guardia Civil el 5 de agosto de 2007 que le cambió la vida: "Su hijo ha tenido un accidente de coche y ha muerto". Estas fueron las palabras con las que supo que su hijo Germán, de 25 años, se había salido de la vía y había chocado contra un bloque de hormigón. Germán se fue de viaje con su novia a las ocho de la mañana y la Guardia Civil se puso en contacto con su padre a la una del mediodía. Su mujer, que estaba a su lado, escuchó como Fernando decía '¿Cómo que ha muerto?' y ambos, según relata, quedaron destrozados. "Que alguien te llame por teléfono y te cuente esto es peligroso porque puedes reaccionar de una forma muy salvaje. Podría haberme tirado por la ventana o haberme clavado un cuchillo", explica Fernando, que defiende que debería ser un psicólogo el que comunique de forma presencial los siniestros mortales a la familia. Fernando, su mujer y su hija Blanca tenían una cosa clara desde el primer momento: "O nos moríamos con Germán o seguíamos adelante intentando hacer cosas". Este ha sido el pensamiento que ha acompañado a la familia convenciéndoles de que si son capaces de reír en algún momento pueden seguir "tirando del carro". A raíz de la pérdida de su hijo, Fernando decidió que su muerte no podía ser en vano y se unió a 'Stop Accidentes' para concienciar con su testimonio sobre los peligros de la carretera. "No puedo recuperar a mi hijo pero puedo hacer que haya menos muertes y menos familias que pasen por lo mismo que nosotros", refuerza el ahora vicepresidente de esta asociación. Este padre tiene una cosa clara y es que "los siniestros no son accidentes porque pueden evitarse". No sabe qué sucedió, no sabe si su hijo se quedó dormido o perdió el control del coche pero está seguro de que todos los siniestros se producen por una infracción del conductor, de otro vehículo o por el mal estado de la carretera y todos estos acontecimientos tienen una solución. Hace doce años de aquella llamada pero Fernando y su familia siguen teniendo presente cada día a su hijo. Todavía hay momentos en los que este padre se emociona contando su historia en las clases de recuperación de puntos que imparte semanalmente o en los colegios a los que va a dar charlas de seguridad vial. Pero sigue sin olvidar que el motor que le impulsa es hacer que la muerte de Germán ayude a reducir las cifras de víctimas de tráfico que considera una "pandemia". "No dejarán de crecer hasta que deje de haber muertes en carretera y nos vayamos muriendo de viejos los que ya estamos en este saco", concluye.