Actualizado 14/01/2009 16:14

Día Refugiado.- Rouco ve "necesario cambiar la mirada" hacia los inmigrantes porque son "personas con proyectos de vida"


MADRID, 14 Ene. (EUROPA PRESS) -

El cardenal arzobispo de Madrid, monseñor Antonio María Rouco Varela, asegura en su última carta pastoral motivada por la próxima Jornada Mundial de las Migraciones, el próximo 20 de enero, que es "necesario cambiar la mirada" hacia los inmigrantes porque "son personas, con una vocación y un proyecto de vida que tienen el derecho y el deber de desarrollar".

Para el cardenal, en el actual contexto social de crisis económica los trabajadores inmigrantes y sus familias "son vistos a veces como una rémora", y, a su juicio, sin embargo, "es innegable su contribución al crecimiento de nuestra economía y a nuestro bienestar".

"Su presencia ha sido y es enriquecedora en su humanidad: sus raíces familiares, culturales y religiosas, su juventud, su trabajo, su vida", señala, al tiempo que recuerda que en este momento "se quiere condicionar su vida en familia, se les invita al retorno y se aboga por una inmigración temporal, al mismo tiempo que se pretende captar una inmigración cualificada, al servicio de nuestros intereses y no al servicio de los países pobres que invirtieron en su formación".

En su opinión, esto es considerar a los trabajadores inmigrantes desde una racionalidad "meramente económica, olvidando que ellos también son personas, con una vocación y un proyecto de vida que tienen el derecho y el deber de desarrollar. Es necesario cambiar la mirada".

Por eso, afirma que "el inmigrante, como persona, de ningún modo puede ser reducido a instrumento a nuestro servicio". "Instrumentalizadas, las migraciones pierden la dimensión de desarrollo humano, social, cultural y económico que poseían históricamente. Hemos de saber despojarnos de actitudes de repliegue egoísta, que en nuestra sociedad se han hecho hoy muy sutiles y penetrantes", añade.

En este sentido, el también presidente de la Conferencia Episcopal española (CEE) señala que las comunidades cristianas deben profundizar en su compromiso y "salir sin reserva alguna y con viva solicitud pastoral al encuentro de los inmigrantes, prestando especial atención a los que son víctimas de las esclavitudes modernas", como en la trata de seres humanos.

"Con independencia de la situación administrativo-legal, hemos de rechazar la exclusión o discriminación de cualquier persona, con el consiguiente compromiso de promover sus derechos inalienables", apunta el cardenal Arzobispo madrileño, quien asegura que los cristianos están llamados a participar en el debate de la inmigración, formulando propuestas que puedan realizarse también en el ámbito político.

"Es responsabilidad de todos crear también las condiciones aptas para la integración de los trabajadores inmigrantes y sus familias, de modo que lleguen a ser miembros activos en la vida económica, social, cívica y espiritual en la sociedad y en la Iglesia. El reconocimiento del inmigrante es imprescindible que se haga efectivo en la vida diaria", continúa en la misiva.

ESTÍMULO PARA UNA UNIDAD INTEGRADORA

Rouco Varela indicó que, precisamente, la Jornada Mundial de las Migraciones, tiene que servir para que las comunidades cristianas promuevan "más plenamente la unidad integradora, y se hagan cada vez más capaces de abrazar a todos por encima de las diferencias de nuestros orígenes".

Esto es, en su opinión, lo que se realiza a través de la Delegación Episcopal de Migraciones, que "se ha hecho cercana a los trabajadores inmigrantes y a sus familias y se ha convertido en referente para muchas instituciones y para los propios inmigrantes".

Por todo ello, en la comunidad cristiana "el trabajador inmigrante debe ser contemplado no como un problema, sino como alguien con quien construir unidos el hombre nuevo, la sociedad nueva a la que Dios nos llama conjuntamente; no como un indigente, sino como un obrero que tiene derecho a un salario justo, y como hijo de un pueblo, portador de su cultura y su historia, que le constituyen en hombre concreto; no como un extraño, sino como un hermano".

De la misma manera, recordó a los trabajadores inmigrantes y a sus familias su responsabilidad y les pide su esfuerzo: "por ser vosotros mismos en estas nuevas condiciones de vida que os toca vivir y, a la vez, a adoptar un comportamiento justo, humano y solidario con los demás, ya sean españoles, compatriotas vuestros o personas pertenecientes a otros colectivos de inmigrantes".

Así, les pide "una actitud positiva y abierta, que requiere conocimiento y empeño, ante los valores religiosos y culturales de nuestro pueblo y de los demás inmigrantes" y que desarrollen el sentimiento de pertenencia a la sociedad y "la voluntad de participar en ella", sin perder sus raíces, pero siendo realistas, ya que "el sentimiento de provisionalidad, en el contexto de un cambio profundo de la manera de pensar y de vivir, les puede llevar a preferir lo novedoso en menoscabo de lo auténtico y de una clara jerarquía de valores, y caer fácilmente en el relativismo".

A los inmigrantes y madrileños les invita también a una "convivencia profundamente humana, pacífica, solidaria y enriquecedora", con "gestos de respeto, de solidaridad, de mutua ayuda, de amistad y fraternidad, realizados con sencillez y constancia en la vida diaria", derribando "las barreras de la desconfianza, los prejuicios y los miedos" y haciendo desaparecer "la discriminación o exclusión de cualquier persona".

"Unidos, prosigue, no desfallezcamos en la tarea de servir de mediadores entre quienes se ignoran o desconfían los unos de los otros, muy especialmente cuando sus procesos de integración avanzan tan trabajosamente", subraya.