Actualizado 20/11/2007 20:10

El Nobel John Nash ve en el cambio climático un "juego no cooperativo" que exige "colaboración de todos" para resolverlo

SANTIAGO DE COMPOSTELA, 20 Nov. (EUROPA PRESS) -

El Premio Nobel de Economía de 1994, el matemático norteamericano John Forbes Nash, aplicó hoy en Santiago de Compostela su 'dilema del prisionero' al cambio climático, al admitir que se está ante un "juego no cooperativo" porque cada uno de los agentes implicados "va cada uno por su lado". De ahí, que para resolver la situación en la que todos salgan beneficiados es necesario --al igual que su dilema-- que "todos colaboren".

El 'dilema del prisionero', aplicación de la Teoría de los Juegos y Equilibrio, le supuso a Nash el Premio Nobel en 1994, y hoy una manera de explicar a los periodistas --un día antes de pronunciar una conferencia en la Universidad de Santiago de Compostela-- que su aplicación "exitosa" al mundo de la economía y ciencias políticas y sociales puede también ayudar a acercarse a conflictos y problemas globales como el cambio climático.

El conocido 'dilema del prisionero' cuya formulación se debe a A. W. Tucker, profesor de John Nash se formula siempre con la exposición de una situación que se ha convertido en clásico: dos sospechosos son detenidos en cercanías del lugar de un crimen y la policía comienza aplicar las técnicas de interrogatorio por separado. Cada uno de ellos tiene la posibilidad de elegir entre confesar acusando a su compañero, o de no hacerlo. Existen por tanto cuatro posibilidades: que ninguno defraude, que lo hagan los dos, que lo haga el primero o el segundo. Si ninguno de ellos confiesa, entonces ambos pasarán un año en prisión. Si ambos confiesan y se acusan mutuamente, los dos irán a prisión por 10 años cada uno, pero si sólo uno confiesa y acusa a su compañero al implicado le caerán 20 años y el acusador saldrá libre por colaborar.

El dilema del prisionero tiene un equilibrio de Nash: se produce cuando ambos jugadores confiesan, que es la opción más lógica. Sin embargo, no es la más rentable para ellos: que ambos confiesen es peor que ambos callen, en el sentido de que el tiempo total de cárcel que deben cumplir es nueve veces superior. Sin embargo, la estrategia de que ambos callen es inestable, ya que un jugador puede mejorar más su resultado confesando siempre que su oponente mantenga la estrategia de callar. Así, el que ambos callen no es un equilibrio.

Este juego matemático se usa como ejemplo del clásico conflicto entre los intereses individuales y los colectivos de quienes toman decisiones, y también para justificar los beneficios de la colaboración. Algo en lo que incidió hoy para hacer frente al cambio climático John Nash, cuya vida fue llevada al cine por Ron Howard en 'Una mente maravillosa'a partir de la biografía del matemático que escribió su mujer y en la que también se aborda la relación con la esquizofrenia paranoica que padeció durante 30 años.

"SI CADA UNO VA POR SU LADO, SE FRACASARÁ".

Nash incidió en que en el dilema del prisionero, que reside en que, "si cada uno va por su lado, fracasará" y consideró que esto es lo que "parece que está pasando" en la actualidad en la estrategia de los países en su lucha contra el cambio climático.

Así, destacó como los suecos construyen edificios y llevan a cabo medidas "eficientes" en consumo energético, frente a los griegos que no las aplican y consumen el "doble", a pesar de contar con un clima mucho más cálido que los primeros.

A esta situación "no cooperativa" añadió a Estados Unidos, que se se niega junto a China e India a firmar el Protocolo de Kyoto para reducir las emisiones de gases contaminantes, y al que situó como el "principal contribuidor" de dióxido de carbono a la atmósfera, uno de los causantes del cambio climático.

"Estamos ante un juego no cooperativo en el que no está claro que es lo que están haciendo los demás pero en el que todos deberían colaborar", apeló John Nash siguiendo fidedignamente la aplicación de su teoría de los juegos, ya abordada 40 años de recibir el Nobel por ello en la tesis de 27 páginas con la que los 21 años se graduó de la Princeton University y en la que, hoy en día, con casi 80 años este célebre matemático continua sus trabajos de investigación.