Muchos de ellos se muestran reticentes a la hora de regresar a casa por miedo a represalias
MADRID, 23 Feb. (OTR/PRESS) -
Los centenares de niños soldado protagonistas del último conflicto registrado en la región congoleña de Kivu Norte y que ahora se encuentran desmobilizados experimentan enormes dificultades para reintegrarse de nuevo en la vida civil del país por miedo a represalias por parte de la población, por lo que, en muchas ocasiones, temen volver a sus chazas, según aseguraron fuentes humanitarias al Institute for War and Peace Reporting (IWPR).
Un mes después de la firma del cese de hostilidades, agencias humanitarias intentan gestionar el continuo goteo de los antiguos niños soldado, parte integrante del grupo rebelde del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), y que regresan a sus hogares tras enfrentarse en primera línea de fuego a las tropas congoleñas sobre todo en la región de Kivu Norte: un conflicto que ha dejado, sólo desde el 25 de octubre, más de 250.000 desplazados y un número de muertos que podría oscilar, según ONG, entre los 1.200 y 1.500 al día.
El cese de hostilidades tiene lugar después de un enfrentamiento en el seno del grupo rebelde dirigido hasta el mes pasado por el general Laurent Nkunda, arrestado en Ruanda el 22 de enero de 2009 en una operación conjunta entre las autoridades de ese país y las de la República Democrática del Congo.
Ahora, el grupo está probablemente en manos de Bosco Ntaganda, sobre quien pesan cargos de crímenes de guerra por el Tribunal Penal Internacional, y que ha intentado conciliar su imagen ante la comunidad internacional permitiendo la apertura de un enormemente frágil corredor humanitario y convenciendo a otras facciones rebeldes para que se adscriban al alto el fuego, pasando a formar parte del Ejército regular.
"Nos enteramos de que se suponía que teníamos que estar bajo el mando del Gobierno", declaró el coronel del grupo de los Mai Mai Mongoles, Boniface Bafakururimi. "También nos enteramos de que el CNDP, el PARECO y otros grupos armados Mai Mai habían abandonado la jungla. Y por eso decidimos dejar el bosque", añadió.
Sólo los rebeldes adultos se integran en el Ejército regular. "No podemos integrar a los niños porque nuestro país ha firmado una convención a favor de sus derechos", explicó el coronel Smith Gihanga, comandante de las fuerzas de Ruthsuru (Kivu Norte).
Más de 430 ex combatientes, entre ellos 20 niños, han sido recientemente desmovilizados. El procedimiento tuvo lugar en un estadio de Nyanzale, que se encuentra a 100 kilómetros al oeste de Goma, capital de Kivu Norte. La mayoría de ellos se encontraban vestidos de civil. Sólo unos pocos llevaban armas.
La portavoz de la Misión de Naciones Unidas en RDC (MONUC, por sus siglas en francés), declaró que los niños soldado serían acogidos por la agencia de Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, mientras otras ONG se encargarían de terminar la reintegración de los jóvenes en la vida civil.
"Donde quiera que se concentren los grupos armados, nuestros equipos están allí presentes para separar a los niños del resto de combatientes", declaró la portavoz de la MONUC para Kivu Norte, Sylvie van den Wildenberg, quien añadió que 315 de ellos habían sido desmovilizados en los últimos días.
Para la agencia humanitaria Caritas, ésta puede ser la mayor desmovilización de los últimos años. La causa principal es la falta de interés de los señores de la guerra en mantener una amplia milicia. "Para los señores de la guerra, tener a los niños ya no tiene importancia, por lo que están sacando a los niños de la jungla y los presentan en público", declaró el trabajador humanitario Juvenal Munubo Mubi.
"Nuestro desafío", añade, "es que hay muchos niños que se encuentran separados de los grupos armados; desgraciadamente contamos con escasas infraestructuras para manejarlos".
EL PROCESO
Los niños pasan bastantes semanas en llamado "Centros de Orientación y Tránsito", donde se les enseña a reajustarse a la vida diaria. Allí, deben ser desprogramados de las ambiciones que les adoctrinan sus superiores rebeldes. "Los que llegan de los grupos armados consideran a los civiles como seres inferiores. En ese punto, es difícil devolver a los niños a casa directamente", declaró uno de los trabajadores en ese centro.
Parte de la reintegración está destinada a preparar a las familias y las comunidades. En este sentido, los consejeros de los centros suelen visitar a los padres de los niños y a los líderes de sus comunidades antes de que lleguen a casa. "Hay que estar seguros de que la comunidad está preparada para aceptarles", declaró Munubo Mubi, quien indicó que una de sus tareas consiste también en animar a los jóvenes a regresar a la escuela o participar en "entrenamientos vocacionales" para conseguir trabajo.
Pero en realidad, y por la parte que toca a los niños, la reintegración es un proceso particularmente difícil si --como suele ser habitual--, han asesinado a alguno de los miembros de la comunidad a la que pertenecen. "Me da miedo volver a casa porque podrían matarme", afirma un joven de 20 años, quien dice haber matado a un niño durante un asalto que se cobró la vida de 10 personas en el pueblo de Karuba. "Se estaban escondidendo entre los arbustos. Mis amigos y yo abrimos fuego", recordó.
Estos jóvenes son además el principal objetivo de nuevos grupos armados que intentan reclutar a aquellos jóvenes incapaces de adaptarse a la vida civil. De hecho, muchos de los jóvenes encuestados por el IWPR muestran preferencia por la vida militar a la que han dedicado tantos años de su vida. "Yo quiero seguir trabajando para el Ejército, pero las autoridades han decidido desmovilizarnos y tengo que dejarlo", declaró Habamugisha, que tiene 15 años y siempre lleva una arma consigo.
Otros niños, como Sore, llegan hasta el punto de que fingen tener 18 años para que sean aceptados en las Fuerzas Armadas. "Voy a seguir sirviendo a mi país en el Ejército, me gusta", apostilló.
El caso de los niños soldado ha adquirido una especial relevancia en las últimas semanas a raíz del proceso iniciado por fin en La Haya contra el presunto criminal de guerra, Thomas Lubanga. El nombre de Ntaganda figura incluso en el sumario abierto contra Lubanga.