Actualizado 09/10/2012 14:46

Las "lindas playas" de República Dominicana esconden una pobreza "inimaginable", según profesores del país

Republica Dominicana
EUROPA PRESS

Santo Domingo, 9 Oct. (Del enviado especial de EUROPA PRESS, Iñaki Hernández) -

La típica imagen de República Dominicana, con sus playas de arena fina rodeadas de palmeras, esconde "una pobreza inimaginable", según advierten profesores del país que trabajan con niños en situación de riesgo de exclusión social.

Es el caso de los menores indocumentados, niños que no tienen acceso a la educación y a otros servicios básicos por el simple hecho de no estar inscritos en el censo, bien por ser inmigrantes o porque sus padres han encontrado dificultades para censarlos.

"Todo se ve muy lindo a través de la imágenes, con las playas, pero la imagen viva de la realidad es otra", señala la directora pedagógica del centro Hogar de niñas Doña Chucha, Elisabet Pérez. En el centro, financiado con la ayuda de la ONG española Mensajeros de la Paz, se educan alrededor de 90 niñas, todas ellas de hogares en situación de riesgo de exclusión.

"Las familias de algunas viven cinco personas en una habitación o la mamá se ha tenido que prostituir para dar de comer a sus niños", señala Pérez.

Ella, que también fue alumna de la escuela, habla de "pobreza extrema" para referirse a la situación que se vive en algunas localidades y barrios de las ciudades de espalda a los grandes complejos turísticos, que han crecido a la par que el desarrollo de este país caribeño en los últimos años.

Las niñas de la escuela de Doña Chucha vienen de hogares en los "barrios más marginales", con problemas de drogas en casa o "padres delincuentes que han comenzado a robar para alimentar a los hijos".

La fundadora de la escuela, Doña Chucha, ya fallecida, se hizo famosa en la capital de República Dominicana, Santo Domingo, por comenzar a acoger en su casa a niños indocumentados que por no tener los papeles se les denegaba el derecho a tener una educación en un centro público. Un problema "bastante generalizado" entre las clases con menos recursos del país, según asegura Juan Ureña, director de la escuela Adonai, en la localidad rural de Bayaguana, a unos 70 kilómetros de la capital, otro centro al que da soporte Mensajeros de la Paz.

De acuerdo a un informe de Unicef, más del 55 por ciento de la población entre 0 y 12 años y el 49 por ciento en edades comprendidas entre 13 y 18 años es pobre. Mientras, la carencia de registro de nacimiento, el derecho que tiene toda persona a tener un nombre y nacionalidad, afecta al 22 por ciento de los niños menores de cinco años y al 6,1 por ciento de niños entre 10 y 14 años.

"Hay que entender que son seres humanos y hay que darles educación, y luego que se resuelva el papeleo", justifica Ureña el trabajo que realizan en el colegio. Los niños a los que se proporciona educación y comida en su centro son o bien inmigrantes, muchos de ellos llegados de Haití para escapar de la pobreza del país vecino o criollos de República Dominicana, a los que los padres no han censado, porque son analfabetos, por despreocupación o por dificultades administrativas o económicas cuando lo han intentado hacer.

"Cuando van a la oficina del Estado a veces son extorsionados por los funcionarios o reciben amenazas y hay gente que se exime de inscribir a los hijos por desconocimiento de sus derechos", explica. En República Dominicana, la legislación establece que los progenitores o un tutor deben registrar al recién nacido antes de que se cumplan 60 días.

Si se vence este plazo, existen las denominadas 'declaraciones tardías', un proceso más complicado que exige requisitos adicionales y gastos que en ocasiones no pueden ser cubiertos por una familia de escasos recursos.

En la actualidad, la escuela Adonai da clase a alrededor de 500 niños y "cada día va creciendo el número" de los que piden recibir educación, añade Ureña. Es el caso de dos hermanos, 'Chaulí' y José Miguel, que llegaron al centro con doce y trece años sin haber ido nunca a la escuela. Hijos de madre soltera, hasta entonces habían vivido en el campo, trabajando para ganar dinero para la familia y sin ser inscritos en el censo. Los responsables de la escuela los acogieron y ahora reciben clase junto al resto de niños.

"Desgraciadamente todavía hay mucha labor que hacer en el combate a la pobreza extrema", señala el embajador de España en República Dominicana, Jaume Segura. En este sentido, explica que aunque el Producto Interior Bruto (PIB) del país se ha multiplicado por seis en los últimos años, gracias al impulso dado por el turismo y el desarrollo de la industria, actualmente "hay el mismo número de pobres que hace veinte años".

Tanto el hogar para niñas de 'Doña Chucha' como la escuela de Adonai son proyectos financiados con la ayuda de la asociación española Mensajeros de la Paz, que este año cumple 50 años. Con motivo de este aniversario, una delegación formada por el Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz; el presidente y fundador de Mensajeros de la Paz, el Padre Ángel García y el presidente de Edad Dorada, José Vicente Rodríguez, está visitando esta semana los proyectos que la organización desarrolla en Haití, República Dominicana, México y El Salvador.