"Anticiparnos al Día Internacional de las Personas Migrantes". Por Iván Lendrino, en Pueblos Unidos

Jóvenes del Programa Baobab de Pueblos Unidos en acto de graduación de formación para el empleo
Jóvenes del Programa Baobab de Pueblos Unidos en acto de graduación de formación para el empleo - ENTRECULTURAS
Europa Press Sociedad
Publicado: jueves, 18 diciembre 2025 9:50

   Las luces de Navidad se anticiparon especialmente este año en la ciudad de Madrid. Tengo la sensación de que las fiestas se hicieron presentes en nuestras vidas, apenas salíamos del verano, y que nuestras calles se prepararon con tiempo y cariño para estas fechas de celebración. Además, me encuentro de nuevo en el calendario que, como cada año, a las Navidades se le adelanta el 18 de diciembre, Día Internacional de las Personas Migrantes. La ONU decidió poner esta fecha en el calendario hace 35 años para visibilizar la realidad de las migraciones, sus desafíos, aportaciones y necesidad de defensa de derechos humanos.

   Está bien que las organizaciones supranacionales, los estados y entidades sociales pongamos en calendarios y agendas las vidas de las personas que cada día salen de su tierra, cruzan y son cruzadas por las fronteras, para llegar a otras tierras que esperan que sean de Acogida. Sin embargo, también es valioso observar cómo son las propias personas migrantes las que cada uno de los 365 días de nuestro calendario gregoriano ponen sus vidas en la agenda semanal. Ellas, como las luces, también se preparan con mucho tiempo de antelación, preparan su partida durante meses y años, ahorrando, estudiando la ruta, las redes, los contactos, los riesgos... Las que llegan, se preparan de nuevo durante meses y años para lograr acceder a la documentación, al empleo o incluso (oh, milagro) a una vivienda. Mientras tanto, construyen redes de barrio, proyectos familiares, comunitarios, espirituales y personales con vínculos profundos, que van más allá de lo que llamamos cultura, que se mezclan de una forma indisoluble con las raíces y con las vidas de los que nacimos aquí o allí.

   Como cada año, esta fecha en el calendario nos lleva a reivindicar la importancia de las migraciones, animando tanto a nuestras administraciones como a la Sociedad Civil a ser "Tierra de Acogida" y anticiparse mejor a las necesidades de las personas migrantes que llegan a Madrid. De los muchos ejemplos de gestos que se podrían hacer para mejorar su acogida, se me ocurren tres que, sin duda, están en nuestra mano.

   Si ya sabemos que viene el frío, podríamos impulsar una "tregua invernal" que impida que familias, menores y, especialmente en este último tiempo, jóvenes migrantes, duerman en la calle. Estas iniciativas invitarían a las tres administraciones a hablar entre ellas, teniendo en cuenta la situación crítica que cada año vivimos en invierno y a adoptar medidas excepcionales que puedan ser el germen de políticas compartidas más a largo plazo.

   Podríamos también anticiparnos a los cambios normativos que el Pacto Europeo de Migración y Asilo y la Directiva de Retorno están anunciando: más detención, más privación de libertad y más deportaciones. Una nueva política ante la que cabe negar la mayor: las migraciones son un fenómeno tan profundo e íntimo de nuestras vidas que no toca reaccionar a ellas con Centros de Internamiento para extranjeros (CIE) desde los que repatriar a personas recién llegadas o arraigadas (a menudo, sin el preaviso legal estipulado, incumpliendo procedimientos y en condiciones indignas). Lo que toca es retomar planes y estrategias de inclusión y ciudadanía.

   También podríamos adelantarnos al reto de nuestro mercado laboral y de nuestra deriva natalista, poniendo en valor el innegable aporte de las generaciones de personas que migrando y echando raíces, hacen un futuro sostenible. Para ello, las entidades que forman movimientos como la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para la regularización extraordinaria de personas extranjeras nos recuerdan que esto va de alianzas y que se trata de algo más. Que se trata de ciudadanía alzando su voz y caminando por delante de los partidos políticos, con el único fin de que dejen al lado sus diferencias y que dialoguen para darles un futuro mejor tanto a estas personas como al futuro de España.

   Hoy no hay una crisis migratoria: la movilidad de las personas es algo connatural a nuestra forma de vida y nos acompaña desde siempre. Ayer, España fue tierra de salida y hoy estamos llamadas a ser tierra de Hospitalidad. Son las políticas y narrativas, que identifican como irregular lo que es natural (migrar), las que pueden fomentar racismo, crisis de derechos humanos y de solidaridad internacional. Mientras los gobiernos gustan de animar el desplazamiento de personas para el turismo, la explotación de recursos o, por desgracia, la guerra, bien podrían facilitar y acompañar los movimientos de personas fruto de las migraciones y el refugio.

   Las personas somos mucho más que derechos vulnerados, relatos polarizados y normas que irregularizan. Somos acogida diaria, trabajo y arraigo que sostiene y da futuro. Estamos siempre a tiempo de adelantarnos y prepararnos, algo muy propio de estas semanas. Una disposición a la cultura de hospitalidad y solidaridad para las personas migrantes que entidades como Pueblos Unidos y Entreculturas hacemos cada año con nuestra campaña "Soy Acogida". Una muestra de aquella ciudadanía que, entrelazada, sigue creyendo que estamos a tiempo de anticiparnos y convertirnos en un verdadero país de acogida.

   Por Iván Lendrino Tejerina, coordinador de Acompañamiento CIE- Madrid en Pueblos Unidos, una entidad que en el barrio madrileño de La Ventilla acompaña a personas migrantes que necesitan apoyos básicos.

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