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Actualizado: lunes, 24 septiembre 2018 18:48

Miles de venezolanos siguen abandonando el país a diario hacia Colombia pero no se encuentran con toda la ayuda que necesitan

MADRID, 24 Sep. (EUROPA PRESS) -

"Nos estábamos muriendo de hambre", asegura Daría Silva, una de los cientos de miles de venezolanos que en los últimos meses han optado por cruzar la frontera hacia la vecina Colombia ante la grave crisis en que se encuentra sumida su Venezuela natal. Como ella, unos 45.000 venezolanos cruzan a diario la frontera si bien solo unos 5.000 de ellos lo hacen para no regresar, mientras que el resto vuelve una vez han encontradas las provisiones que ha ido a buscar.

El éxodo masivo de venezolanos, uno de los mayores de la historia en el continente, no parece tener fin. Según las estimaciones de la ONU, unos 2,3 millones de venezolanos viven fuera de su país, incluidos 1,6 millones que lo han abandonado desde 2015, cuando se recrudeció la crisis política y económica.

El 90 por ciento de ellos se han quedado en el continente. Colombia, por su proximidad geográfica, se ha convertido en el principal punto de salida, con cerca de 870.000 venezolanos que han cruzado sus fronteras entre enero y julio de este año, un aumento considerable en comparación con los 300.000 registrados en todo 2017. Además, unos 300.000 colombianos que se habían refugiado en Venezuela huyendo del conflicto armado han regresado a su país.

WFP/JONATHAN DUMONT

Para muchos, Colombia es solo un lugar de paso hacia otros destinos, como Ecuador, a donde han llegado unos 547.000 venezolanos este año, y Perú, donde hay unos 410.000. En más de la mitad de los casos, quienes llegan a Colombia lo hacen a través de los 110 puntos ilegales de paso y no por los siete puntos legales de entrada, según datos del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

Estos pasos ilegales, también llamados trochas, cruzan zonas desérticas, bosques y ríos para llegar a Colombia. En el caso de Michelle, ha cruzado el río que separa su país de la vecina Colombia con su hija pequeña en brazos con la esperanza de conseguir para ella las medicinas que necesita de la Cruz Roja.

Como ella, numerosas familias cruzan el río con las pocas pertenencias que han conseguido transportar consigo y con niños, algunos de ellos bebés, en sus brazos.

WFP/JONATHAN DUMONT

"NO HAY NADA"

"Es horrible porque en realidad nos estábamos muriendo de hambre. No hay medicamentos, no hay comida, no hay nada", se queja Daría Silva, que junto a varios miembros de su familia, incluida una niña pequeña, partió hace tres meses de Venezuela y ahora pretende llegar desde Cúcuta a Cali. "Cada día es peor. Se están muriendo los niños", añade.

Cúcuta es uno de los principales puntos de entrada para los venezolanos. Se estima que cada día unos 900 cruzan la frontera para llegar a esta ciudad, que cuenta con una de las tasas más altas de paro de Colombia.

Sin embargo, en muchos de los casos la situación que se encuentran al otro lado de la frontera no es mucho mejor. "Cuando las familias llegan a los albergues reciben comida caliente y pueden quedarse entre tres y cinco días, pero después se tienen que marchar para dejar sitio para los siguientes. Muchos se quedan en la calle o viven en asentamientos informales", contó recientemente el portavoz del PMA, Hervé Verhoosel, en Ginebra.

Una vez fuera de los albergues, los migrantes venezolanos tienen muy difícil encontrar un trabajo que les permita ganar dinero para comprar comida. "En el caso de que encuentren o alguien les de comida, no es ni suficientemente nutritiva ni suficientemente diversa", subrayó el portavoz, poniendo como ejemplo que solo el 1,7 por ciento de las mujeres que dan el pecho recibe algún tipo de suplemento nutricional.

Esto deja a los venezolanos en una situación muy vulnerable. "Generalmente las mujeres son las cabezas de familia y tienen un acceso muy limitado a servicios básicos, por lo que se arriesgan a ser reclutadas como prostitutas por grupos armados", advirtió.

WFP/JONATHAN DUMONT

Arliani Pérez, de 20 años, viaja con su hija de 2, Arianny. Según ha contado al Programa Mundial de Alimentos (PMA), partió desde San Cristobal y su destino final es Bogotá, donde cree que está su madre, de la que no tiene noticias desde hace siete meses.

La joven viajaba con un grupo de más venezolanos pero las han dejado a ella y su hija ya que no podían seguir su ritmo, puesto que Arliani usa unas chanclas como calzado. "Todos los venezolanos pensamos en salir buscando una estabilidad", afirma, subrayando que lo que se han encontrado es "algo muy rudo" ya que "es un mundo que no es el nuestro".

EL PMA PIDE MÁS AYUDA

"Millones de personas han huido de Venezuela entrando en Colombia y otros países provocando una crisis regional", ha subrayado la directora del PMA en Colombia, Deborah Hines. "Esta es una crisis humana que tiene muchas caras y estas personas requieren asistencia alimentaria, a lo cual está apoyando el PMA, así como una respuesta integrada", ha añadido.

"La comunidad internacional tiene que dar un paso adelante y garantizar que se apoya a los gobiernos de la región", ha reclamado la responsable del PMA. La agencia de la ONU teme que el flujo no va a cesar por lo que espera que la comunidad internacional siga apoyando la respuesta humanitaria.

Este martes, está previsto un Evento de Alto Nivel convocado por Colombia y copatrocinado por Perú y Canadá en el marco de la 73 Asamblea General de la ONU para tratar de impulsar una respuesta regional e integral a esta crisis.

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