EEUU obstaculizó los intentos de crear una fuerza de paz para impedir el genocidio de Ruanda

Footgrafías de ciudadanos asesinados durante el genocidio en Ruanda 1994
NOOR KHAMIS / REUTERS
Actualizado: viernes, 17 abril 2015 19:03

MADRID, 17 Abr. (EUROPA PRESS) -

La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Susan Rice, y su por entonces superior, Richard Clarke, jugaron un papel instrumental en 1993 y 1994 a la hora de impedir una respuesta contra el genocidio ruandés, según documentos recientemente desclasificados que denuncian los constantes obstáculos interpuestos por el Gobierno de EEUU a la hora de aprobar una misión internacional de paz por sus reticencias sobre el elevado coste del despliegue contra la mayor matanza de seres humanos desde el Holocausto.

Si bien la administración de Bill Clinton, con el presidente a la cabeza, ha reconocido con el paso de los años su falta de voluntad para detener el genocidio ruandés, los documentos obtenidos por el Archivo Nacional de Seguridad y el Centro para la Prevención del Genocidio Simon-Skjodt revelan el alcance exacto de las maniobras de Estados Unidos no solo para desvincularse del conflicto sino para coartar cualquier iniciativa internacional, de acuerdo con los textos que recoge en exclusiva 'Foreign Policy'.

Estos documentos desmienten por ejemplo que Estados Unidos siguiera el ritmo marcado por el Gobierno belga, históricamente percibido como el impulsor de la retirada de los cascos azules tras el brutal asesinato de diez de sus soldados durante el genocidio. Fue Estados Unidos quien impulsó la retirada a través de una lectura política en manos de Rice y Clarke, por aquel entonces directora de operaciones de paz del Consejo Nacional de Seguridad y Clarke, su superior directo, ambos considerados "burócratas de nivel medio".

El único esfuerzo notable de Estados Unidos fue el que realizó durante los primeros días del genocidio para sacar a su personal diplomático y a sus ciudadanos del país del país. El 11 de abril de 1994, cinco días después del inicio oficial de la matanza que se cobraría en solo tres meses las vidas de 800.000 tutsis y hutus moderados, la Casa Blanca anunció el fin del procedimiento de evacuación y, a partir de ahí, comenzó a desentenderse lentamente del conflicto.

Al margen del coste económico, el motivo fundamental de esa actitud fue la muerte de 18 'rangers' estadounidenses en Mogadiscio el 3 de octubre de 1993, durante una operación contra el señor de la guerra Mohamed Farrah Aidid. El impacto sobre la opinión pública de estas muertes provocó un cambio en la política internacional de EEUU y endureció su postura oficial para lanzar una operación masiva de paz en Ruanda que pudiera poner en peligro las vidas de más estadounidenses en un país con el que guardaba pocos lazos históricos.

"Lo que demuestran los documentos es que la Casa Blanca ya estaba buscando una retirada total a los dos días del genocidio", explicó a 'Foreign Policy' el director del Archivo de Seguridad Nacional, Thomas Blanton. "Para crédito suyo, estaba intentando salvar una misión de paz, pero al imponer sobre ella unas restricciones tan grandes con el objetivo de obtener apoyo del Congreso, acabó destruyéndola", explicó Blanton.

DEMASIADO CARO

Uno de los documentos refleja las preocupaciones de Rice sobre las misiones de paz que Naciones Unidas planeaba no solo en Ruanda, sino en Haití, Camboya, Abjasia y Liberia. Rice manifestó la posibilidad de que Estados Unidos usara su influencia crítica en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde tiene derecho a veto, para impedir la aprobación de estos despliegues tan costosos.

"Estamos interesados en resolver estos conflictos pero no tenemos dinero para pagarlos. Tenemos dos opciones: o votamos a favor de las misiones que queremos pagar, o vetamos resoluciones por falta de fondos", escribió Rice el 2 de agosto de 1993, ocho meses antes del inicio del genocidio. La opinión de Rice se vio respaldada por un "análisis técnico" con fecha del 6 de octubre del 93 en el que fuentes de Inteligencia estadounidenses recomendaban un modelo de intervención internacional "a coste cero, sin complicaciones y mucho menos exigente".

Y así, el máximo responsable de las fuerzas de paz de Naciones Unidas en Ruanda, el general Roméo Dallaire, se encontró con una fuerza completamente insuficiente para disuadir a los hutus de su operación de exterminio. El general Dallaire se quedó con 2.500 soldados frente a los 8.000 que solicitó. "Me dijeron que la misión tenía que ser barata, que EEUU no había pagado sus contribuciones y que a nadie le interesaba particularmente esta misión", explicó.

Si bien Estados Unidos aceptó al final enviar un contingente, sus condiciones eran claras: solo abrirían fuego en caso de ser atacados. Cuando comenzó el genocidio, estas órdenes perdieron completamente el sentido. En lugar de declarar una ofensiva contra los hutus, Estados Unidos hizo saber al Consejo de Seguridad de la ONU su intención de terminar con la misión y empleó su capacidad para diezmar la presencia internacional en Ruanda -- la fuerza de paz pasó de 2.500 a 270 hombres--, "enviando a los hutus el mensaje de que tenían, en esencia, vía libre para hacer lo que les diera la gana", según el director del Centro para la Prevención del Genocidio, Cameron Hudson.

Estados Unidos no se quedó ahí. En mayo de 1994, con el genocidio en su apogeo, Washington se opuso al envío de una fuerza adicional de entre 5.000 y 8.000 pacificadores planeada por las fuerzas canadienses. En su lugar, los estadounidenses recomendaron centrarse en la frontera de Burundi para acoger a los refugiados. "Tenemos serias dudas a la hora de entender que una fuerza de paz sea capaz de operar en Ruanda y devolver la paz y la estabilidad al país", según las anotaciones preparadas por Rice.

A pesar de que estas últimas anotaciones proceden del puño y letra de Rice, fuentes oficiales estadounidenses han querido aclarar a 'Foreign Policy' que estas anotaciones no tienen por qué expresar su opinión. "A veces los directores del CSN no son los únicos que redactan esta clase de documentos y quizás Rice se estaba limitando a anotar puntos de vista recogidos durante una reunión".

En cualquier caso, la negativa estadounidense causó consternación entre sus compañeros del Consejo de Seguridad. "Estados Unidos ha eviscerado la resolución", según el enviado neozelandés, Colin Keating. "La expansión de tropas es una ficción. No hay nada que podamos hacer, nada en absoluto, para responder a las preocupaciones sobre el peligro que atraviesa la población civil en el interior de Ruanda. Cualquier futuro despliegue quedará a expensas de futuras declaraciones y futuros procedimientos", lamentó.

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