Libia se pone en guardia ante una posible ofensiva del general Haftar para unificar el país por la vía militar

Jalifa Haftar
MAXIM SHEMETOV/REUTERS - Archivo
Publicado: sábado, 9 marzo 2019 10:49

El avance de sus fuerzas, el LNA, por el sur del país hace temer al primer ministro libio, Fayez Serraj, que Trípoli sea su próximo objetivo

TÚNEZ, 9 Mar. (Reuters/EP) -

El avance por el sur de Libia del Ejército Nacional Libio (LNA) que dirige el general -- y, para sus simpatizantes, mariscal de campo de Libia -- Jalifa Haftar, hasta ahora relativamente circunscrito al este del país, ha puesto en alerta máxima al Gobierno de Trípoli, el reconocido por la comunidad internacional, de que la capital podría ser su siguiente objetivo.

Naciones Unidas ha acelerado la maquinaria diplomática para intentar un acercamiento entre Haftar y el primer ministro del país, Fayez al Serraj, ante lo que se teme que podría tratarse de una ofensiva para unificar el país, fragmentado desde la muerte del sátrapa Muamar Gadafi en 2011, por la vía militar.

Haftar, de 75 años , cuenta con el respaldo cada vez más abierto de Emiratos Árabes Unidos y Egipto, que le ven como un dique contra el islamismo radical. Su silencio sobre las futuras operaciones non contribuye a calmar los ánimos. Fuentes militares dentro de su Ejército avisan, incluso, de que no va a detenerse en el sur del país, y que Trípoli está definitivamente en su punto de mira.

Es más, Haftar parece contar con el apoyo de "unidades infiltradas" en la ciudad, que podrían facilitar su avance, según noticias que aparecen esporádicamente en la web de sus fuerzas armadas, pero oficialmente el LNA niega que el mariscal vaya a dar ese paso.

Ello no ha impedido que la capital libia sea un caldero de rumores y que muchos residentes hayan comenzado a expresar en público su deseo de que Haftar llegue lo antes posible, dada la fatiga física y mental que están atravesando los libios, muchos de los cuales viven sin electricidad ni combustible, y añorando tiempos pasados de esplendor.

Para sus aliados, es el hombre que puede acabar con la miríada de milicias que combaten en el país. Para sus críticos, es un nuevo Gadafi.

A POR EL PETRÓLEO

Haftar tomó los campos petroleros del sur de El Sharara y El Feel el mes pasado, completando una campaña que le ha dado un control efectivo de la producción de crudo del país de alrededor de un millón de barriles por día.

Haftar, sin embargo, todavía no tiene los medios para beneficiarse de ellos porque las exportaciones de petróleo son administradas por la empresa petrolera estatal NOC en Trípoli, que está trabajando con Serraj.

Sin embargo, la situación cada vez evoluciona más a favor de Haftar. El Sharara, por lo menos, ya ha vuelto a operar y las autoridades libias han aceptado el control del "mariscal" sobre las instalaciones, que hasta su llegada operaban bajo control de tribus locales y fuerzas ilegales.

El LNA dice que tiene 85.000 hombres. Su fuerza de élite, los Saiqa (Relámpago) cuenta con otros 3.500, mientras que los hijos de Haftar también tienen tropas bien equipadas, dicen las fuentes de LNA. El Ejército de Haftar es, según las autoridades libias, un grupo "paraguas" que aglutina a ex soldados de Gaddafi, miembros de tribus y salafistas menos entrenados, así como combatientes sudaneses y chadianos.

Y gracias al apoyo de Emiratos Árabes Unidos y Egipto, Haftar ha ido aumentando su superioridad desde 2014, lo que le ha permitido su avance por el sur del país, mientras que Serraj no tiene un verdadero Ejército a su disposición: depende de los grupos armados que controlan muchos de los edificios en los que trabajan sus ministros y que, según los residentes de Trípoli, exigen regularmente "contratos comerciales".
Su único activo es su título oficial y acceso a fondos estatales.

Además, Haftar comienza a disfrutar de un apoyo cada vez mayor en Occidente. Fuerzas especiales francesas, junto a Reino Unido y Estados Unidos, habían estado asesorando al LNA durante la campaña de Benghazi.

Así las cosas, Haftar y Serraj podrían acordar un nuevo gobierno de transición, que ayudaría al comandante a afianzar su poder sin invadir Trípoli, pero no está claro si los partidarios de Haftar estarían de acuerdo en ponerlo bajo control civil como lo proponen los mediadores occidentales y estadounidenses.

"No hay reconciliación con Serraj por el poder porque las conversaciones no son con él sino con personas detrás de él que no quieren a Haftar", ha explicado el diputado Hamad Bandaq.

El mayor obstáculo para Haftar es Misrata, una ciudad del oeste del país donde hay fuerzas como mínimo equivalentes a las del LNA. Además, la ciudad es conocida por su espíritu de resistencia a las antiguas figuras del régimen, desarrollada durante 2011 cuando las fuerzas de Gaddafi la asediaron durante tres meses.

Semanas después de que Haftar comenzara su campaña en Benghazi en 2014, las fuerzas de Misrata se trasladaron a Trípoli, expulsando a un gobierno aliado a un socio de Haftar en la batalla de un mes que dividió a Libia. El motivo principal fue el miedo a un golpe de Haftar.

"Una mezcla de fatiga por el conflicto, cautela y división interna hasta ahora ha impedido una movilización militar", ha indicado Emad Badi, investigador del conflicto libio. "Sin embargo, eso podría cambiar muy rápidamente".

Leer más acerca de: