ARGEL, 26 Mar. (Reuters/EP) -
Miles de personas se han manifestado este martes en Argel para exigir la dimisión del presidente del país, Abdelaziz Buteflika, manteniendo el pulso de las protestas que comenzaron hace cinco semanas y que amenazan con llevarse por delante a las élites que se han mantenido en el poder durante los últimos 20 años.
Las multitudinarias manifestaciones por todo el país han llevado a Buteflika a renunciar a una nueva reelección, pero no dimitió de la presidencia y anunció que se mantendría en el cargo hasta que se adopte una nueva Constitución, ampliando así su mandato 'de facto'.
El anunció falló a la hora de aplacar a los manifestantes argelinos, que han seguido llenando las calles. "El sistema debe irse. No tiene sentido que resista", ha asegurado uno de los 6.000 manifestantes que se han concentrado este martes en Argel, Belkacem Abidi, un estudiante de 25 años.
Incluso con la renuncia de Buteflika, se abriría un periodo de incertidumbre en Argelia. Uno de los actores más importantes es el Ejército, que ha sido una pieza clave en el país durante las últimas décadas y que, de momento, se ha distanciado de Buteflika.
Cualquier acción directa para ayudar a los argelinos desde fuera puede ser percibido como un intento de golpe por el Ejército, una institución que prefiere ejercer su poder entre bambalinas.
Algunos socios de Gobierno, miembros del partido gubernamental y empresarios han dejado de lado a Buteflika, ahondando el aislamiento del líder de 82 años, que apenas ha sido visto en público desde 2013, cuando sufrió un infarto cerebral.
"Soy optimista y creo que nuestra presión cambiará las cosas de una manera pacífica", ha asegurado otro manifestante, Noureddine Bahi, un arquitecto de 52 años.
