MADRID 16 Abr. (EUROPA PRESS) -
Al menos cinco personas, cuatro de ellas menores de edad, han muerto este miércoles por la explosión de restos de guerra que quedaban sin detonar en dos incidentes separados en Siria, a pesar del fin del conflicto en el país a raíz de la ofensiva relámpago puesta en marcha a finales de noviembre por grupos yihadistas y rebeldes y que derivó en la caída del entonces presidente Bashar al Assad.
La Defensa Civil Siria, conocida popularmente como 'cascos blancos', ha informado de que cuatro niños han muerto y otras cuatro personas, tres de ellos menores de edad, han resultado heridas cuando una munición sin detonar explotó mientras jugaban en un espacio abierto en la ciudad de Tseel, en la zona rural de Daraa (suroeste).
En este caso, los 'cascos blancos' han explicado que sus equipos "respondieron de inmediato y trasladaron a tres de los heridos --uno de ellos en estado crítico-- al Hospital Nacional de Daraa".
Posteriormente, han informado de que "una joven ha muerto" en la localidad de Dabashiya, al este de Idlib (noroeste), tras la explosión de una bomba de racimo que, recuerdan, están prohibidas por el Derecho Internacional Humanitario. Su familia la llevó a una clínica donde un médico confirmó su muerte.
"Los restos de guerra siguen representando una amenaza mortal y a largo plazo para la población civil. Estos peligros ocultos causan explosiones mortales, infligen lesiones que alteran la vida e impiden la reanudación de la vida normal. Destruyen los medios de vida, ponen en peligro la educación y la agricultura, e impiden que miles de sirios regresen a sus comunidades", ha denunciado.
Con todo, ha señalado que "proteger a la población civil de esta amenaza es una responsabilidad compartida". "Requiere concienciar a todos los sectores de la sociedad, limpiar estos restos mortales y eliminar el riesgo de una vez por todas", ha concluido.