Esta simple elección podría salvarnos de tener que tomar una que es imposible

Un niño palestino junto a tiendas de campaña para desplazados a causa de la ofensiva del Ejército de Israel cerca de un basurero en la ciudad de Gaza, en el norte de la Franja de Gaza (archivo)
Un niño palestino junto a tiendas de campaña para desplazados a causa de la ofensiva del Ejército de Israel cerca de un basurero en la ciudad de Gaza, en el norte de la Franja de Gaza (archivo) - Europa Press/Contacto/Omar Ashtawy
Europa Press Internacional
Publicado: miércoles, 24 diciembre 2025 10:57

GAZA 24 Dic. (Por Tess Ingram, especialista en Comunicaciones en la Oficina Regional de UNICEF para Oriente Próximo y Norte de África) -

Todos tomamos decisiones difíciles sobre qué priorizar. Hay un número determinado de horas en el día y de dólares en el banco. Sopesamos opciones, consideramos lo que estamos sacrificando y esperamos elegir bien.

Esto se aplica a las decisiones diarias y a la atención que damos, así como a los recursos que invertimos, en las crisis humanitarias. En medio de un aparentemente interminable flujo de noticias sobre conflictos, desastres naturales y brotes de enfermedades, podemos ser perdonados por adoptar a veces decisiones, a menudo de forma inconsciente, sobre qué leer, preocuparnos y actuar o sobre qué ignorar. Frente a la posibilidad de vernos sobrepasados, esta decisión implica a veces ignorarlo o desconectar.

Acabo de volver de Gaza, donde, durante las últimas semanas, la atención global se ha reducido drásticamente tras el anuncio de un alto el fuego. Para la mayoría de las familias, sin embargo, un alto el fuego no significa seguridad o estabilidad. Los niños siguen haciendo frente a una grave escasez de comida, agua potable, atención sanitaria, educación y protección. El alto el fuego sigue siendo roto de manera frecuente, con más de 360 muertos, incluidos al menos 80 niños, durante este periodo, a pesar de lo cual el mundo ha empezado a pasar página.

Al mismo tiempo, la financiación por parte de gobiernos para las emergencias humanitarias globales está disminuyendo, mientras que el gasto militar global sigue aumentando. Las graves violaciones de los derechos de la infancia están alcanzando niveles nunca vistos, particularmente en donde trabajo, a lo largo y ancho de Oriente Próximo y el norte de África. El resultado es un creciente desequilibrio entre las necesidades críticas de los niños y los recursos disponibles para satisfacerlas.

UNICEF y nuestros socios siguen respondiendo a emergencias en todo el mundo. Seguimos decididos, trabajando a través de asociaciones de larga data y profundas raíz comunitarias, para apoyar a la infancia y a sus familias. Sin embargo, las limitaciones a nivel de recursos nos fuerzan cada vez más a tomar decisiones imposibles: entre la educación de un niño y su seguridad, su siguiente comida y el acceso a la atención sanitaria, el agua potable o medicinas esenciales. Estas son decisiones que ningún sistema diseñado a proteger a la infancia debería verse forzado a adoptar.

Tomen como ejemplo a Bisan, de tres años, quien vive bajo lonas en la Franja de Gaza. Tras sufrir los horrores de los últimos dos años en Gaza, Bisan y su familia sufren el frío del invierno. El refugio de la familia no aguantó durante las recientes tormentas y sus pocas pertenencias quedaron cubiertas de barro. Bisan tiene frío, está empapada y enferma, pero su madre no tiene ropa de muda para ella, ducha para limpiarla, ni ropa de cama seca para ayudarla a entrar en calor. UNICEF entregó ropa caliente, sábanas y lonas a la familia, pero no es capaz de llevar a todos los niños con todo lo que necesitan, dadas las limitaciones.

Cuando la entrega de ayuda es obstruida, las normas de la guerra son ignoradas y la infraestructura civil como hospitales y escuelas resulta dañada, las consecuencias para la infancia son inmediatas y duraderas. Estas consecuencias no son inevitables. Son definidas por las decisiones políticas, las elecciones de financiación y el respeto --o desprecio-- del Derecho Internacional Humanitario y otros marcos destinados a proteger a los civiles.

UNICEF y otras organizaciones humanitarias operan bajo mandatos acordados por los Estados miembro, incluidos compromisos fijados en la Convención sobre los Derechos del Niño. Estos compromisos reconocen el derecho de todos los niños a la supervivencia, el desarrollo, la protección y la participación, al margen de la geografía o la política. Mantenerlos requiere respeto a estos marcos legales y una inversión sostenida.

Se espera que más de 200 millones de niños en todo el mundo necesiten asistencia humanitaria el próximo año, incluidos casi 45 millones de niños en Oriente Próximo y Norte de África, muchos de los cuales viven en crisis prolongadas que ponen en peligro generaciones enteras, también en Gaza.

Hacemos frente a una decisión urgente y colectiva: ¿qué tipo de comunidad global queremos ser? ¿Una en la que los derechos de los niños son condicionales y la asistencia es opcional, o una guiada por derechos y una responsabilidad compartida?

Estas elecciones son diseñadas en origen por la voluntad política, las prioridades públicas y la acción colectiva. Los gobiernos responden a las expectativas de las sociedades a las que representan y esas expectativas son influidas por los ciudadanos que alzan la voz. Si creemos que la creciente brecha entre necesidades y respuesta debe ser abordada a través de una cooperación renovada, el respeto al Derecho Internacional, una financiación predecible, un acceso humanitario protegido y una postura equilibrada que vincule la ayuda vital con el desarrollo a largo plazo, debemos decirlo.

Hago este trabajo en el corazón de las crisis, desde Gaza a Sudán, pero no puede ser llevado a cabo solo por trabajadores humanitarios. Requiere que la gente de todos los lugares elija pensar, sentir y movilizar a los gobiernos la próxima vez que vean de pasada vídeos de un desastre en redes sociales o lean sobre una niña como Bisan en las noticias. Nuestras acciones, por pequeñas que sean, se suman y pueden tener influencia.

En un momento en el que cerramos 2025 y celebramos un nuevo año con nuestros seres queridos, animemos a nuestros líderes a elegir el seguir respondiendo a las crisis globales con los derechos y las necesidades de la infancia en mente. Podemos hacerlo con el conocimiento y el orgullo de que estamos tomando la decisión correcta.

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