Foto cedida por la Universidad de Verano de Adeje
SANTA CRUZ DE TENERIFE 31 Jul. (EUROPA PRESS) -
"¿Existe la depresión infantil? Hace tres décadas hablar de este asunto causaba sorpresa porque este trastorno se asociaba a los adolescentes después de su pubertad donde los sentimientos de culpabilidad empezaban a aflorar, sin embargo los estudios han demostrado que la depresión infantil ha existido siempre, lo que pasa es que no se ha diagnosticado hasta los años 80, aunque ha habido alguna excepción en los casos relacionados con la depresión infantil anaclítica. De hecho, en la actualidad este trastorno depresivo se mantiene en torno a un 2 por ciento", según ha afirmado Javier Méndez Carrillo, catedrático del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universidad de Murcia, que disertó hoy sobre este asunto en el curso 'Problemas emocionales y de conducta en el aula: ¿cómo tratarlos?' dentro del marco de la Universidad de Verano de Adeje, en la isla de Tenerife.
La depresión infantil no está influida tanto por las condiciones ambientales como por los "cambios a peor", esto es cuando se pasa de una etapa de riqueza a una de pobreza o de tener una salud muy buena a estar muy debilitado, comentó el ponente. En este sentido, a los padres les interesa creerse que no existe depresión, añadió el experto, ya que "el fracaso mayor del padre es no saber transmitirle a su hijo la alegría de vivir". Esto es lo que se llama autoengañarse, en opinión del experto, se conoce como el 'Mito del niño feliz', es decir, se juzgan los problemas infantiles con la mentalidad del adulto.
Las peculiaridades de la depresión infantil y adolescente se traducen en el 'síndrome del cactus', es decir, si te muestras cariñoso te rechazan y si mantienes la distancia con tus hijos se quejan de que no les muestras interés. Otro punto es el rendimiento escolar y las relaciones interpersonales, cuando de repente el niño empieza a suspender o deja de salir de casa.
La distimia o 'Depresión de segunda división' también es característica de esta etapa, en la que se produce una depresión más prolongada en el tiempo, pero no es una depresión adulta. La ansiedad y los problemas exteriorizados son otro punto importante junto con las diferencias de género.
El triángulo de la personalidad es clave para que no se produzca la depresión y tiene tres componentes básicos que son el sentimiento --educación emocional y relajación--, el comportamiento --actividades agradables y habilidades sociales-- y el pensamiento --reestructuración cognitiva y resolución de problemas--. Para Méndez, cuando algún niño tiene trastornos depresivos esta conexión se interrumpe.
La educación emocional es fundamental en el tratamiento de la infancia y hay que enseñar a los niños a no hacer dramas, manifestó Méndez. La sociedad es represora de emociones y esto crea problemas interiorizados, por lo que hay que enseñar inteligencia emocional y habilidades sociales para evitar problemas futuros.